Sobre el fenómeno psicosomático
Hoy me gustaría introducir un tema que tiene que ver con la clínica con la que nos solemos enfrentar los que practicamos el psicoanálisis: casos en los que es el cuerpo es el que parece estar presente. Clínica de los bordes, psicosis ordinarias, neurosis no -transferenciales, son estos entre otros los nombres que se fue describiendo estos fenómenos que atañen al cuerpo pero que no son síntomas clásicos.
Esos casos que nos cuestionan todo el tiempo por el sujeto, que nos llevan a preguntarnos ¿dónde está el sujeto allí? Y nos llevan a la pregunta diagnóstica directamente, al menos por la estructura: ¿neurosis? ¿psicosis?
Se trata del fenómeno psicosomático, del cual la piel muchas veces es el escenario privilegiado.
En relación a la transferencia, podemos decir que aparecen ciertos obstáculos -por eso uno de los nombres que se les dio a estos fenómenos clínicos fue el de «neurosis no transferenciales». Casos en los que el trastorno no hace discurso, cuando la relación con el objeto de goce no pasa por el Otro. Y de allí la serie que se hace de lo psicosomático con otras patologias como la bulimia, la anorexia, la obesidad, las toxicomanías…
En el fenómeno psicosomático se trata de un goce que escapa a la palabra, de un goce no fálico.
Lacan aborda el fenómeno psicosomático en relación a la psicosis y a la debilidad mental, y habla de la «holofrase». En la psicosis el sujeto no puede constituirse porque no hay lugar posible en la cadena, no hay una separación del sujeto, quedando apresado a la voluntad del goce del Otro.
Que el significante está holofraseado significa que no se puede hacer depender su deseo del significante.
La holofrase es una unidad que totaliza: un S1S2 pegados.
La diferencia entre la psicosis y el fenómeno psicosomático es que en la psicosis la holofrase está en el primer encuentro con el Otro; mientras que en la psicosomática hay una inducción significante holofrásica que ocurre de modo accidental y posterior; podemos decir que se produce en un encuentro desafortunado con lo real.Es como si fracasara la capacidad del sujeto de interrogar al Otro, de modo que no encuentra un intervalo donde pesquisarse…
El fenómeno psicosomático afecta el cuerpo real lesionándolo en su consistencia imaginaria. Y aunque se encuentran fuera de subjetivación, no están fuera del lenguaje.
La diferencia con un tatuaje es que este es una mancha que en la piel que hace metáfora: marca, situa al sujeto señalando su lugar frente al Otro… En cambio, el fenómeno psicosomático es un tatuaje que está desencadenado, aislado e impotente para unirse a otro significante.
Lacan habla del fenómeno psicosomático como un jeroglífico a descifrar, ¿pero cómo? Del analista se espera un acto, primero de paciencia. Pero una paciencia con la que a la vez se sostenga el dispositivo analítico. Es como que si en el fenómeno psicosomático hubiese un nombre propio secreto, que hay que encontrarlo, situarlo, para poder atacarlo.
Es decir, una espera paciente, y no solo paciencia: se necesita de un acto que permita hacer rescate, echar un lazo a ese significante apresado en la piel, por ejemplo.
En fin, el acto del analista tendrá que ver con permitir hacer cadena de aquello que está de espaldas a la subjetividad. Una interdiccion del goce.
FUENTE: ZANGUELLINI, J. «Vicisitudes del objeto.» Ed. Campana