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Superyó femenino, Ideal del Yo y la envidia del pene

Publicado por Betina Ganim

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En psicoanálisis es muy «común un tema de discusión que es el tema del superyó femenino.

Y al superyó femenino hay que hay que distinguirlo del superyó materno…pero no nos meteremos hoy con este debate que -a la altura del Seminario 5 de Lacan, «Las formaciones del inconsciente»- es un debate que se construye totalmente sobre la noción de Ideal y de lo enigmático, de lo que se juega en eso. Si Freud dice que es ideal del yo, ¿habrá entonces que resolverlo por identificación¿

En el caso de la niña, por ejemplo, tendrá que quedarse sin identificación, quedarse solamente con amor a ese objeto… ¡y a ver si lo consigue!. ¿Qué ocurre ahí?¿Qué decepción puede haber para que constituya la identificación a ese padre que lo tiene, con lo cual resulta el complejo viril?

«¿Pero entonces qué hago?» -sería la pregunta. Freud tenía esta idea de cómo la variación, el cambio en la elección de objeto, se podía entender como una transfomarción del amor en identificación. Y esta era la clave de, por ejemplo, una inversión edípica.

Pero además estamos con este problema, en la fase última del Edipo. Por eso Lacan le pone la lupa, porque lo que tiene de decisivo es la problemática vinculada al ideal sexual y a la elección de objeto. Así que después el ideal del yo es estudiable en muchísimos aspectos. Pero acá el tema es a qué me identifico para constituir mi yo ideal (él) como varón, o (ella)como de mujer.

Bueno, repasando en relación a los tres tiempos lógicos del Edipo, podemos decir que hemos avanzado de las primeras angustias, la madre, su presencia – ausencia, la organización imaginaria fálica, el falo imaginario… y por fin ya estamos culminando el Edipo. Es en la culminación del Edipo que puede ocurrir cualquier cosa en el orden de la posición sexual desde el punto de vista del ideal. Y es así clínicamente.

Por ejemplo, en el caso que conocemos como «la joven homosexual», puede que haya un dato previo que le permite a Lacan decir que ya había algo ahí. Aquí también está bien dicho, porque podría haber una especie de «decepción» en relación al padre. Pero el resultado de la decepción – que uno diría «pierde el amor por él – en cambio es que lo transformó en identificación. Ese es el lío de la cuestión…

Podemos decir que en vez de una sustitución, hay una identificación con el padre.

Ahora bien, si seguimos las referencias de Karen Horney (los remito al post anterior) tenemos el caso por ejemplo de una mujer que llega a análisis con unas identificaciones viriles terribles. Así que si buscamos «para atrás», podemos decir: ¡vaya! menuda identificación al padre!» Y no se le mueve un pelo por el hecho de no tenerlo realmente, porque maneja perfectamente que lo puede tener en todo su valor simbólico imaginario. Controla y administrar el dinero, coge el auto, tiene relaciones sexuales con los tipos que quiere cuando quiere, como quiere, y a la vez vive perfectamente en pareja con un hombre, y encima vive ella misma perfectamente como un hombre, con esa identificación. Y si le piden tener hijos, se niega. No jugaba a las muñecas de niña… Una decisión llevar su vida como supone la llevan los varones. Ese material, decimos, es del penisneid (envidia del pene)

FUENTE: LACAN, J. EL SEMINARIO, LIBRO 5, LAS FORMACIONES DEL INCONSIENTE. ED. PAIDÓS.