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La envidia del pene

Publicado por Betina Ganim

Freud llama «penisneid» a este elemento esencial de la sexualidad femenina.

El penisneid es el efecto de haber descubierto la niña que existe una diferencia anatómica entre ambos sexos: entre el niño y la niña. Por lo que ella se siente en falta, castrada; lesionada si se compara con el varoncito.

Así es que ella desea también tener pene -el soporte orgánico de lo que en psicoanálisis llamamos el falo. He aquí el Complejo de Castración del cual ya hemos hecho referencia en posts anteriores (los remito a su lectura)

Es decir, que ella entra castrada al Complejo de Edipo, en cuyo transcurso, esa envidia va tomando formas diversas, derivaciones de esta falta con la que la niña entra en el Edipo.

Entre esas derivaciones tenemos el deseo de tener: un pene, un hijo; o, de tener un pene dentro suyo (coito)

Lo cierto es que este concepto de «envidia del pene» tomó mayor relevancia en la postura teórica de Sigmund Freud, en tanto se veía compelido a abordar la sexualidad femenina, un enigma ya desde hacía siglos.

envidia del pene

En un principio, en la obra de Freud la sexualidad femenina no difería de la del varoncito; las consideraba en una relación de simetría.

En 1905, en sus «Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad», que abordaban cómo evolucionaba la sexualidad infantil, en su primera edición no hace ninguna mención ni referencia a la cuestión del «penisneid».

Recién en 1908 Freud toma este concepto en su texto sobre «Las teorías sexuales infantiles», donde deja constancia del interés que la niña manifiesta en el pene del varoncito. Tal interés, considera Freud, tiene que ver con la envidia del pene, de tenerlo. Cuando la niña dice que hubiera preferido ser un niño, o manifiesta actitudes que así lo evocan, Freud comenta que eso ya demuestra una falta, que carece de algo: de falo.

Luego, más precisamente en 1914, Freud utiliza este término para dar cuenta del Complejo de Castración en la niña.

Ya en 1917, en su texto «Sobre las transmutaciones de las pulsiones y especialmente del erotismo anal», Freud añade a su teoría de la envidia del pene, las transformaciones que esta envidia conlleva, tales como el deseo de un hijo o deseo de un hombre (como «apéndice del pene»)

Cuando Freud va internándose en la tarea de abordar la sexualidad femenina, es cuando más relieve adquiere este término, en lo que hace la la «evolución psicosexual» hacia la feminidad, lo que implica cambiar de zona erógena (clítoris a vagina) y cambiar de objeto de amor(de la madre al padre).

En estos cambios que tienen que darse en dicha evolución, el penisneid y el complejo de castración tienen una función fundamental en lo que hace a las siguientes cuestiones:

1) el rencor hacia la madre por no haberle dado un pene;

2) la madre, entonces, aparece castrada;

3) renuncia a la masturbación (actividad onanista clitorideana) y derivación en cierta pasividad sexual; y

4) equivalencia simbólica pene=niño.

Freud dice al respecto, que la niña es así como se dirige al padre, en busca del falo que la madre no le dio. Aun así, dice Freud, la feminidad se alcanza cuando ese deseo de pene se sustituye por un hijo.

Esta es la solución edípica para Freud, la salida por la maternidad…

Ahora bien, eso no terminó de resolver la cuestión; más aun cuando la clínica nos demuestra que aun así, lo femenino va más allá del falo; algo que Lacan retomará en su enseñanza.