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Estrés y Ansiedad, ¿por qué son tan frecuentes en la actualidad?

Publicado por Lic. Maria V.

Estrés y Ansiedad son dos términos ampliamente utilizados en la actualidad pero que representan cuadros distintos.

Ambos, sin embargo, suelen retroalimentarse, y la presencia de uno disparar o desencadenar al otro y viceversa.

El Estrés, desde el punto de vista psicológico, tiene que ver con una respuesta de determinada tensión o esfuerzo frente al cambio. Es saludable en su justa medida, o como algunos autores lo denominan, hay un tipo de estrés considerado “bueno”, que implica lo necesario para la adaptación a los cambios de la vida.

Vivir sin presencia de estrés implicaría una posición de comodidad extrema, y de cero desarrollo y cambio: una prolongación continuada de un mismo estado.

Sin embargo, lo que más se observa actualmente es una presencia excesiva o nociva del denominado Estrés. Esto, se debe principalmente a las exigencias de la sociedad actual.

La necesidad de cumplimiento con las demandas externas, o la presencia de un acontecimiento determinado que deja al sujeto con escasos o insuficientes recursos para afrontarlo, produce, que sostenidamente en el tiempo, se desarrolle un estado de estrés crónico, que afecta considerablemente a la salud, pudiendo provocar gran número de problemas psicológicos y enfermedades psicosomáticas.

El estado de indefensión en la que el sujeto se encuentra al transitar por un periodo de estrés agudo es la clave para su entendimiento. En esta circunstancia, el sujeto considera que no hay demasiado que pueda hacer para resolver la situación o afrontar el cambio que se ha presentado.

Esto tiene en muchos casos relación con la instancia superyoica, que es de por sí la instancia psíquica que exige al Yo cada vez más cumplimiento, no permitiéndole equivocarse, ceder o relajarse.

La sociedad contemporánea funciona muchas veces como refuerzo de esta entidad superyoica, ya que le demanda al sujeto constante renuncia y exigencia con fin de lograr el éxito y superarse a sí mismo.

Las exigencias que nos impone son muchas: desde la moda, el deber ético y profesional, el poder económico, el desarrollo personal y el cómo deberían ser nuestros vínculos sociales e incluso nuestras emociones.

La presión que exigen estos mandatos complejizan de por sí la tendencia a desarrollar estrés.

La ansiedad, por otro lado, implica una respuesta fisiológica frente a un estimulo que puede ser interno o externo, considerado amenazante. Esta amenaza es subjetiva y cambia de persona a persona.

La ansiedad también tiene un amplio espectro de manifestación, siendo inicialmente síntomas más leves y acrecentándose en algunos casos hasta llegar a manifestar lo que tan frecuentemente se denomina en la actualidad Ataque de Pánico.

De la misma manera, la sociedad actual colabora al incremento de la ansiedad.

En primer lugar, por las exigencias de los mandatos sociales, y en segundo lugar, entre otros, por la carencia de simbolización que encontramos de manera tan frecuente en la actualidad, donde muchas veces la palabra y la comunicación de las emociones, pierden peso, impidiendo que cierta acumulación de energía sea descargada por una vía más saludable.

El desarrollo tecnológico, si bien nos ayuda en muchas cuestiones cotidianas y es correcto aprovecharlo, también potencia el desarrollo de ansiedad.

La velocidad, la pérdida de la capacidad de espera y del sostenimiento de los procesos necesarios para alcanzar tal o cual logro, colaboran con este desarrollo de ansiedad que implica muchas veces un fluir de pensamientos tan acelerado que avasalla la posibilidad de acción.

Al fin de cuentas, la ansiedad, la angustia, el miedo, están fuertemente conectados entre sí. Tienen relación, una vez más, con cierta posición de indefensión del sujeto frente a las circunstancias.

Mas allá de que estos términos sean empleados casi masivamente hoy en día, es importante tener en cuenta que en cada sujeto en particular tienen un trasfondo distinto.

Si bien los síntomas presentes en distintas personas se asemejan, el sentido y el momento particular en que se desarrollan en cada una tiene relación con su historia individual y solo así pueden ser desentramados.