El Autoboicot
Una persona con tendencia autodestructiva no registra sus logros personales pero sí sus fracasos; asume el rol de víctima, adoptando comportamientos de subordinación, no le agrada que lo ayuden ni que lo elogien y no intenta evitar el dolor.
Su estado de ánimo habitual es la ansiedad, su rostro muestra en general un gesto triste o inexpresivo, se enoja fácilmente, evita mirar a los ojos y puede sufrir de apatía e irritabilidad.
Existen motivos personales por los cuales estas personas han perdido su autoestima, que puede ser un contexto desfavorable, problemas emocionales no resueltos o una biografía con experiencias traumáticas.
Algunas teorías atribuyen esta falla de carácter a la falta de consistencia afectiva en la niñez, a la desatención y al abandono.
Sigmund Freud, desde el psicoanálisis analiza esta forma de carácter, en que las personas parecen deleitarse con el dolor y evitar el placer y la describe como masoquismo, o sea la necesidad de la búsqueda del sufrimiento.
Además del masoquismo sexual, Freud distingue el masoquismo moral, que expresa la necesidad de castigo y de sentirse víctimas, debido a un sentimiento de culpa inconsciente.
El masoquista boicotea todas las oportunidades que tiene de ser feliz y no necesariamente padece de un trastorno determinado sino que sólo se siente inclinado hacia la autodestrucción.
Las personas que se exigen demasiado pueden convertirse en autodestructivas y boicotear su éxito; impulsadas muchas veces por mandatos internos que les exigen éxito, productividad y los obligan a proponerse objetivos demasiado ambiciosos.
Estas exigencias desmedidas los llevan a hundirse en un terreno pantanoso que los condena al fracaso y a la insatisfacción.
El comportamiento autodestructivo del masoquista es una fuente de sufrimiento y aunque no se trate de una patología específica, exige un tratamiento adecuado.
Estos pacientes no se dan cuenta que ellos son los artífices de su propio sufrimiento, porque por alguna razón han aprendido a gratificarse con el dolor, proyectando las causas de su infelicidad a acontecimientos externos, a la mala suerte, a sus condicionamientos económicos, etc.
El tratamiento les permite tomar conciencia de que todo lo negativo que les pasa se debe a los patrones de autoboicot que han aprendido y aunque la pulsión inconsciente puede persistir, estarán en mejores condiciones de darse cuenta que son ellos los que provocan su mala suerte, porque están repitiendo conductas que los afecta y que solamente actuando diferente podrán cambiar los hechos.
Sin embargo, el trabajo terapéutico también se convierte para estos pacientes en una oportunidad para boicotear el éxito, tal como lo hacen siempre, impulsados por fuerzas inconscientes que no le permiten elegir una conducta más saludable, haciendo más difícil la cura.
Se trata de cambiar creencias muy arraigadas y de aprender a aceptar carencias emocionales arcaicas; haciendo consciente el hábito del autoboicot para poder comenzar a ser capaces de experimentar el éxito y de disfrutar de las experiencias placenteras.
El paciente tiene que reflexionar sobre los resultados que obtiene en su vida con ese patrón de comportamiento autodestructivo, cómo son sus relaciones personales y cómo se siente en su trabajo y en cada una de las actividades que realiza, hasta tomar conciencia que es su actitud y no otra cosa la que compromete su existencia.
Cada persona puede tener su propia respuesta en estos casos y el éxito del tratamiento dependerá de la capacidad de cada paciente de cambiar.