Todo o nada: pensamiento polarizado
Sabemos que los extremos no suelen ser buenos, y mucho menos, certeros. Pensar que la vida discurre en blanco o negro, que todo es cuestión de decir «sí» o «no», o catalogar a las personas como buenas o males es señal de distorsión cognitiva llamada pensamiento polarizado o dicotómico.
Procesar la información erróneamente y no ser consciente de ello supone un modo de pensar equivocado que nos llevará a tomar decisiones de forma poco adaptativa y beneficiosa para nosotros. Además, funcionar de esta manera influye en las relaciones sociales, obstaculizando la solución de problemas y formando opiniones tendentes al polo negativo si un fundamento suficiente. Las críticas hacia los demás se multiplican si eres de los que actúa bajo el influjo de esta distorsión. Son consecuencias de estar habituados a pensar polarizadamente. Habremos,pues, de desaprender ese hábito y sustituirlo por aprender y comprender que la vida está llena de matices y de puntos intermedios la mayoría de las veces.
Será necesario promover una apertura de miras hacia nuevas perspectivas, nuevas actitudes más realistas y objetivas abandonando, por fin, las categorías extremas y absolutas que nos proporcionan una reducción considerable de alternativas, por tanto, de opciones.
El pensamiento dicotómico nos conduce a cometer errores con frecuencia. Errores que nos producirán frustración ya que bajo este prisma nunca se logran alcanzar los objetivos o siempre se piensa que se va a fracasar. De esta misma manera, las personas que viven alrededor acabarán sintiendo que jamás cumplirán las expectativas del otro, lo cual supondrá que poco se vayan alejando y dejando de luchar por mantener un nivel de relación, de cualquier tipo, saludable en la que ambos miembros salgan beneficiados y enriquecidos.
Así, no te sientas culpable si no satisfaces a alguien que te exige todo o nada porque quien tiene que modificar su mirada es ese alguien. Su realidad no es la real, y hay que hacérselo ver para que pueda iniciar el cambio.
Normalmente, no somos conscientes de nuestras distorsiones, sino que son los otros, los que las sufren quienes las detectan en primera instancia. En consecuencia, el primer paso para iniciar el cambio es ser consciente de la existencia de las distorsiones y de que nosotros las empleamos con regularidad en el ámbito diario. Pronto, nos percataremos de que sentimos malestar emocional casi permanente sin adjudicarle un motivo concreto. Una vez que superes la resistencia inicial a reconocer que comentes errores y que te equivocas, el camino se va haciendo cada vez menos abrupto y, centrar la mirada en tu interior en tus pensamientos facilitará que te comprendas y que descubras una mejor versión de ti.
Comienza, entonces, a relativizar todos los pensamientos polarizados que, por instinto, surgen. Cuando hayas localizado uno, detente a pensar en términos de porcentaje. Si, por ejemplo, te ha venido «nunca me sale nada bien», reflexionar sobre si alguna vez te ha salido algo bien. En cuanto puedas darle aunque sea un 1% ya habrás refutado el pensamiento anterior y se habrá convertido en falso espontáneamente.
Cuando se experimenta la flexibilidad mental y emocional, inevitablemente mejora la calidad de vida. Da el paso hoy.