La Respiración Consciente
Dentro de nosotros mismos está el secreto del bienestar y del equilibrio psicofísico; y la respiración consciente y la meditación son dos técnicas eficaces para descubrirlo.
La respiración consciente calma la inquietud, aclara la mente y nos llena de salud, vitalidad y bienestar.
Uno de los principales seguidores de Lao Tsé, el sabio taoísta, Chuang Tzu, sostenía que la respiración tiene que ser profunda, porque el aire tiene que llenar completamente los pulmones.
El estrés produce aumento del ritmo cardiaco, los músculos se ponen en tensión, la respiración se acelera y se vuelve superficial, porque el cuerpo debe responder al peligro de una amenaza, que exige luchar o huir, y necesita tener suficiente oxígeno para enfrentarla. Es diferente cuando una persona está relajada, porque su respiración se vuelve más profunda y algunas funciones se tornan más lentas.
La mayoría de la gente que vive en las grandes ciudades respira habitualmente en forma superficial, como si estuviera siempre en estado de alerta.
Esta forma de respirar hace que consuman poco oxígeno, lo que produce alteraciones en el funcionamiento de distintos órganos, principalmente del cerebro; y esa falta de oxígeno se puede manifestar como fatiga, sueño, apatía y malhumor.
El déficit de la respiración, más la polución, el estrés y la debilidad muscular producida por el sedentarismo, hacen que se generalicen los problemas crónicos de las vías respiratorias.
Aprender a respirar nos puede mejorar y prolongar la vida y nos hace sentirnos más fuertes físicamente y mejor emocionalmente.
Cuando no podemos conciliar el sueño o estamos preocupados por algún problema, la solución es aprender a calmar la mente y conectarse con la paz interior. Así nos podremos dar cuenta de que la felicidad está a nuestro alcance en cualquier momento y que no depende de lo externo, sino de nosotros mismos, porque todo lo externo pasa y es circunstancial.
La respiración consciente relaja en forma inmediata, produce calma y equilibrio, brinda oxígeno al cuerpo, mejora el rendimiento y la salud física y mental; protege del estrés y de la ansiedad; aclara la mente, la que se torna más atenta y despierta, ayuda a recuperar la armonía con la vida y el sentimiento de amor y plenitud; aumenta la creatividad y la capacidad de intuición, incrementa la fortaleza interna y la capacidad para resolver problemas; y mejora las relaciones interpersonales y con uno mismo.
Además, un estado de ánimo equilibrado influye en el entorno y se extiende en todas direcciones.
Al aprender a exhalar el aire de nuestros pulmones se activa en forma automática el diafragma, porque el principio fisiológico de la respiración es un reflejo. Por esta razón se comienza exhalando profundamente el aire que está en los pulmones y la respiración se tornará profunda en forma automática.
Existe un ejercicio de respiración que se denomina 4 – 7 – y 8, que se realiza de la manera siguiente:
1) Se expulsa todo el aire por la nariz hasta vaciar los pulmones
2) Se hace una inspiración de cuatro segundos
3) Se retiene el aire siete segundos
4) Se expulsa el aire durante ocho segundos.
Si se realizan cuatro ciclos completos, tres veces al día durante dos meses, se puede adquirir el hábito de respirar mejor, lo que reportará más energía, mayor bienestar y mejor estado de ánimo.
Este sencillo método, que exige apenas pocos minutos por día, tiene el poder de cambiar nuestras vidas, mejorando todo el funcionamiento de nuestro cuerpo y equilibrando nuestra mente.
Se puede hacer en cualquier lugar y no tiene ningún costo.
Fuente: “Escuela de Felicidad”, Rafael Santandreu, Editorial Integral.
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