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Madres Permisivas

Publicado por Malena

Es mejor una madre estricta con la disciplina, que una madre permisiva.

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Ser madre no es tarea fácil, sin embargo, cada día hay más mujeres que son madres siendo aún adolescentes.

Lo más común es que además, esos niños que vienen al mundo sin haberlo planeado, tampoco tengan un padre.

La permisividad de una madre ha comenzado así antes de la concepción, permitiendo un embarazo no deseado.

Cuando no existe un entorno familiar adecuado que contenga a un niño, es altamente probable que en su desarrollo no tenga las mismas oportunidades que otros niños, sufra de carencias afectivas, presente algún problema de comportamiento en el futuro e identificaciones sexuales negativas.

También hay madres que se convierten en permisivas cuando han esperado a sus hijos con excesivo entusiasmo, y que están pendientes de ellos satisfaciendo sus más mínimos deseos, trastornando el funcionamiento de la familia y la convivencia familiar.

Hay un chiste de humor negro que dice que los niños son como los panqueques, el primero habría que tirarlo. Es cruel pero didáctico, porque al primer hijo se le permite todo en virtud de ser el más esperado.

Este es un hecho que también la historia de la cultura humana ha practicado con la descendencia. El primogénito es aún hoy, el que hereda los reinos y las mayores fortunas, y es el que ocupa lugar de privilegio en la familia sólo por el hecho de ser el primero.

El nacimiento de un hijo viene cargado de expectativas y proyectos para su vida que con el tiempo es mejor que no se cumplan, porque cada niño tiene un potencial propio que es mejor no contrariar.

Para la crianza de un niño es fundamental la disciplina, que significa el aprendizaje de normas de convivencia que serán la base de la conducta.

Las normas del hogar son el preludio de las normas sociales que todos debemos cumplir en la sociedad. Si ese aprendizaje no ha comenzado en la infancia, difícilmente se puede logar cuando el niño crezca y se enfrente al mundo

Disciplina quiere decir correctos hábitos de comportamientos saludables que ayuden a vivir una vida plena, respetando al prójimo.

Todo adolescente descarriado tiene una historia familiar acorde que explica sus dificultades; no aceptan las reglas, no respetan a sus semejantes, no valoran sus vidas, expresan con violencia su frustración, desconocen los valores humanos y no tienen límites para delinquir.

¿Hasta qué punto son responsables los menores de sus actos si estamos criando monstruos?

No sólo no reciben disciplina sino que se permite que sean ultrajados por familiares, mientras sus madres miran para otro lado para que no cambien las cosas, destruyendo la autoestima del niño, cargándolo de culpa y cercenándole sus posibilidades de desarrollo normal.

Una madre permisiva ama a su hijo pero no le pone la atención adecuada, se lo confía a cualquiera sin saber qué le puede pasar; deja que tome decisiones sin intervenir ni señalarle las consecuencias de las acciones; lo consiente en sus caprichos; permite que su hijo la manipule; satisface todos sus deseos sin discriminar; no mantiene el orden en el hogar, ni respeta los horarios para comer en familia, no controla las compañías de su hijo ni sabe dónde se encuentra cuando sale y defiende a su hijo contra todos aunque no tenga razón, incluso delante de sus maestros, enseñándole de este modo a faltarle el respeto a la autoridad.

Una madre permisiva cree que si le da todo a su hijo eso será lo mejor para él, pero lo que no sabe es que sólo cosechará lágrimas.

Los hijos hacen lo que los padres hacen, no lo que les dicen. Perciben más sus actitudes, o sea su modo de pensar más que sus actos, recibiendo valores contradictorios que hace que no se identifiquen con ninguno.

Ser buenos padres es un arte y se puede aprender. Es la única manera de evitar a los hijos un futuro incierto.

La paz en el mundo comienza en el seno de la familia. El buen carácter se forja con la firmeza de los principios y permite vivir en un ambiente familiar armónico y ordenado que naturalmente tenderá a trasladarse a la comunidad y al mundo, permitiendo a nuestros hijos transformarlo en un lugar más agradable y seguro para vivir.