La fobia de Juanito
En el caso freudiano “Análisis de la fobia de un niño de 5 años. Caso Juanito (o del pequeño Hans), en 1906”, según la traducción que sea del texto freudiano, Lacan logra aislar la función del significante fóbico, explicando de modo elegante, cómo este opera una suplementación del Nombre del Padre.
Precisamente, porque se dispone del Nombre del Padre; no está forcluido ese significante (como ocurre en la psicosis)
Siguiendo al psicoanalista J-A Miller y diciéndolo de una manera casi brutal, para que se entienda un poco mejor, la fobia sería una especie de delirio, una mini metáfora delirante construida para suplir el hecho de que el Nombre del Padre no está exactamente en su lugar.
El síntoma de Juanito era un miedo que se fue desplazando hasta el miedo al caballo.
No se puede tomar aquí el caso en sus detalles, pero podemos decir que existe en este caso una especie de significante comodín: el caballo, que funciona en un primer plano, a modo de muleta de la función del Nombre del Padre. Juanito es un ejemplo paradigmático de lo que es ese “estar a solas la madre y el niño”, que se supone transcurre en una completitud.
Lo esencial que Lacan introduce en el caso Juanito es la madre como deseante. Hay que aislar esto en el caso para orientarnos, dice Lacan.
La pregunta que plantea el análisis de este caso no es la de “la madre suficientemente buena” de Winnicott, sino, parafraseando, la de “la madre suficientemente deseante”. La madre de Junaito era una madre deseante.
La madre que cuida y la madre que desea no son la misma. Evidentemente es más fácil identificarse a la madre buena que a la deseante…
La lección que Lacan aísla de Juanito es la función del la castración, tal como ya la hemos visto en un post anterior, aunque de manera nada exhaustiva, claro. Correlativamente a tal función, tenemos la identificación virtual del niño con el falo, identificación que es el correlato de la castración materna (el deseo de la madre, la madre deseante)
El Nombre del Padre, como ya vimos, tiene una función, al respecto, separadora.
La carencia esencial que está en juego es la carencia paterna y no la carencia materna. Porque será ese significante paterno el que tiene que operar sobre la madre para que la castración tenga efecto.
La estructuración del desarrollo del niño y, especialmente, el abordaje de las causas de las psicosis a partir de la pareja madre-hijo, muestran que faltan dos elementos suplementarios, términos que Lacan adquirió por dos vías diferentes: el Nombre del Padre y el Falo, siempre ofrecidos como identificación posible para el niño.
Al respecto, el esquema de la Metáfora Paterna que muestra al Nombre del Padre suplantando, metaforizando el deseo de la madre, a fin de hacer surgir una significación en el lugar donde encontramos una x, es un esquema que sirve para la psicosis tanto como para la fobia, para la neurosis y para la perversión.
Así, la Fobia se presenta entonces como una “placa giratoria”de la clínica.
Porque de un lado tenemos lo imaginario siempre propuesto, de la completitud de la pareja madre-hijo, de su solidaridad, sostenido en los auspicios de los cuidados maternos y, del otro, tenemos lo que nos enseñan el caso Schreber sobre psicosis y el caso Juanito sobre la Fobia.
La clínica que Lacan retoma de Freud se dispone en torno al deseo de la madre. De la madre deseante, que no es el personaje de la madre; sino que debe captarse a partir de su función y su matema: el Otro tachado: el Otro dotado de una falta.
Fuente: Recorrido de Lacan, de J-A Miller.