Psicología Conductual
La prevención es de importancia absoluta, para evitar los problemas de conducta.
La Psicología como ciencia, desde sus inicios, se ha nutrido de incontables aportes brindando diferentes propuestas para la prevención de las conductas antisociales y sus correspondientes abordajes terapéuticos cuando los trastornos ya se han instalado.
Algunas de estas teorías se inclinan hacia una modalidad educativa flexible y amorosa, con el propósito de no sofocar las capacidades creativas de los educandos y favorecer la autoestima; otras ponen mayor énfasis en la formación y en la adquisición de una disciplina y el cumplimiento de las reglas confiando en la premisa de que a partir de una estructura firme se puede construir una identidad sólida; y las menos, que propician prácticamente la libertad absoluta, sin límites.
Cada una de estas teorías consta de principios eficaces que por si solos no alcanzan para responder a las necesidades de un niño, por lo que se hace necesario contar con el aporte imprescindible de las demás propuestas.
La formación educativa tiene que ser lo suficientemente amorosa y flexible para formar personas seguras y no coartar la creatividad individual, debe fomentar el aprendizaje de una disciplina y demostrar la importancia del cumplimiento de las reglas de juego en todos los ámbitos de la sociedad; y enseñar al mismo tiempo a ejercer la libertad de pensamiento teniendo conciencia de los límites que es la mejor manera de impulsar a los jóvenes a tomar decisiones responsables y enfrentar el compromiso.
La educación comienza desde la cuna, porque un niño recién nacido está en condiciones de interpretar las señales que les dan sus padres, o sustituto, desde el primer día.
El niño aprende que el llanto es su forma de comunicación efectiva y a partir de ese momento utilizará este recurso para demandar la satisfacción de sus necesidades y también de sus caprichos.
Una madre o el padre tienen que aprender a responder a las necesidades del niño y no a sus caprichos y el niño aprenderá de ese modo a requerir con el llanto, sólo la satisfacción de una necesidad.
Los padres y el niño pueden emitirse señales significativas mutuamente, factibles de ser interpretadas de inmediato con la misma claridad del lenguaje hablado, desde el primer día.
El niño entenderá enseguida, sin demasiado esfuerzo, como son las reglas y tendrá que ajustarse a ellas.
Es indispensable que una madre, padre o sustituto, esté dispuesto y atento a las necesidades del niño y anteponga estas demandas a cualquier otra distracción o tarea que esté haciendo; porque de esa actitud dependerá la futura conducta del niño y la tranquilidad del adulto.
Se puede afirmar que un niño aprende más en sus primeros tres años de vida que en el resto de su existencia; y que este aprendizaje se convierte en una impronta indeleble que va a condicionar su futuro.
Tener un hijo no es obligatorio, dado la gran cantidad de métodos anticonceptivos que existen al alcance de la mayoría, y si esto no fuera suficiente y se produce un embarazo no deseado, siempre existe la posibilidad de darlo en adopción si es que sus padres no están en condiciones de atenderlo adecuadamente.
Todo niño necesita amor, atención, cuidado y educación, y si no se le da esa oportunidad, sufrirá una experiencia de abandono que resultará devastadora que le impedirá relacionarse normalmente e insertarse en su medio.
La crónica diaria nos informa de casos de niños con conductas atípicas que cada día más nos advierten de la necesidad de que los padres reciban educación para formar a sus hijos.
El caso reciente protagonizado por una niña de diez años ocurrido en Viedma, ciudad de Río Negro, provincia del Sur de la Argentina, cuyo novio de 16 años grabó en su celular una relación sexual que mantuvo con ella y que luego ésta mostró a sus compañeras de quinto grado, es un ejemplo de la falta de límites que tienen los menores.
Al enterarse la maestra, procedió a despojarla del teléfono y le informó el hecho a la directora, quien retuvo el aparato, propiedad del novio de la niña, con el propósito de entregárselo solamente a una persona mayor responsable.
El joven, al no poder recuperar su celular, amenazó con quemar los autos estacionados en la puerta del colegio si no se lo devolvían de inmediato.
Los menores no reconocen los límites y se equiparan a los adultos sin tener ninguna responsabilidad por sus actos, ya que sus delitos permanecen impunes.