Pedagogía Waldorf
Este método de enseñanza fue creado en 1919 por el filósofo Rudolf Steiner, quien fundó una escuela en Alemania para desarrollar este sistema, respondiendo al requerimiento del director de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, quien se interesaba por la educación de sus empleados.
Se basa principalmente en acompañar al individuo desde niño, en sus distintas etapas evolutivas mediante una educación integral. Esta metodología ha sido reconocida por la UNESCO y se ha difundido por todo el mundo. En Argentina existen unas diez instituciones en Buenos Aires y otras en Córdoba, Carlos Paz, Villa General Belgrano, Neuquén y Bariloche.
Los contenidos que se enseñan en estas escuelas incluyen no solamente lo que dispone la enseñanza oficial sino también conocimientos artesanales y técnicos. Además, se pone un fuerte énfasis en la enseñanza de habilidades sociales y emocionales, como la empatía, la cooperación y el respeto mutuo. Los estudiantes también tienen la oportunidad de aprender sobre agricultura biodinámica, una forma de agricultura orgánica que se basa en los principios de la antroposofía de Steiner.
La diferencia más notable de este tipo de educación es la forma de evaluación, ya que se evalúa el proceso de aprendizaje día a día y no se expone al alumno a situaciones de examen; y por otro lado la forma diferente de ejercer la autoridad. En lugar de utilizar un sistema de castigos y recompensas, los maestros Waldorf buscan fomentar la autodisciplina y la responsabilidad personal en los estudiantes.
La calificación de los alumnos es conceptual hasta los doce años, posteriormente se realizan calificaciones pero siempre teniendo en cuenta el concepto. Este enfoque permite a los maestros evaluar a los estudiantes de manera más holística, teniendo en cuenta no solo su rendimiento académico, sino también su desarrollo emocional y social.
La dirección de estas escuelas es colegiada ya que un consejo de maestros son los que tienen a su cargo los asuntos de la escuela. Este modelo de gestión democrática fomenta la colaboración y la toma de decisiones consensuada, lo que contribuye a crear un ambiente de aprendizaje más equitativo y respetuoso.
Los padres pueden participar activamente aportando sus ideas en todo momento. De hecho, se les anima a participar en la vida escolar de sus hijos, ya sea asistiendo a reuniones de padres, ayudando en las actividades de la clase o contribuyendo a la organización de eventos escolares.
Los alumnos no usan uniformes y las clases se dividen por épocas. El mismo maestro acompaña a los mismos alumnos durante varios años, para conocer bien a cada niño y poder percibir de cerca qué es lo que cada uno necesita para aprender, teniendo en cuenta las capacidades individuales.
Esta metodología resulta ideal para niños con dificultades de aprendizaje o necesidades especiales. Los maestros Waldorf están capacitados para adaptar su enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante, lo que puede ser especialmente beneficioso para aquellos con condiciones como el TDAH, el autismo o la dislexia.
El sistema Waldorf se divide en tres períodos de siete años cada uno, el primero es el de la infancia hasta los siete años centrado en el desarrollo físico, el segundo, que corresponde a la infancia media, desde los siete a los catorce años, que abarca el conocimiento del mundo mediante el desarrollo de la imaginación y el tercero, durante la adolescencia, que se ocupa de la maduración de la personalidad y de la capacidad intelectual del individuo.
Los primeros siete años se realizan actividades que se relacionan con los sentidos y el desarrollo del cuerpo. Se amasa pan, se muelen granos, se hacen meriendas, se pinta con acuarelas, se hacen manualidades etc., y se trabaja y se juega con elementos totalmente naturales.
El objetivo de la segunda etapa es el niño en el mundo. Se abordan las distintas asignaturas individualmente asignándoles un período de tiempo a cada una de ellas para profundizarlas y percibirlas desde distintos puntos de vista, en forma convencional y por medio de imágenes, fomentando las actividades artísticas, físicas y prácticas, como el tallado, juegos didácticos, tejidos de todas clases, y música.
En el deporte se practica natación y atletismo. Además, se fomenta la participación en deportes de equipo para desarrollar habilidades de cooperación y liderazgo. También se ofrecen actividades al aire libre, como senderismo y campamentos, para fomentar el amor y el respeto por la naturaleza.
En la tercera etapa se incentiva el pensamiento autónomo y la búsqueda de lo esencial. Se aprende computación y el idioma alemán como segunda lengua con la posibilidad de realizar viajes de intercambio a Alemania, Estados Unidos o Inglaterra.
En esta etapa se aprende a trabajar la madera, a coser a máquina, tejido con telares, artesanías en metales, alimentación, cestería, expresión corporal, escultura, restauración, encuadernación, escultura, arte cinematográfico, teatro, electricidad, confección de calzado, etc.
Los jóvenes tienen la oportunidad de expresarse protagonizando una obra de teatro al terminar el ciclo académico. Además, se les anima a participar en proyectos de servicio comunitario, lo que les permite aplicar lo que han aprendido en la escuela a situaciones de la vida real y contribuir a su comunidad.
Se realizan en todas las épocas campamentos y se practican una gran cantidad de deportes. Estas actividades no solo son divertidas y emocionantes para los estudiantes, sino que también les ayudan a desarrollar habilidades importantes como la resiliencia, la autogestión y la toma de decisiones.
Fuente: Revista Colegios y Empresas, artículo publicado por Paula Coello.