Kurt Lewin y el Espacio Vital
Para poder evaluar resulta esencial contemplar el espacio vital
Kurt Lewin (1890-1947) fue influido por el psicoanálisis de Freud, por la escuela de la Gestalt y por su gran interés en la motivación.
Su tarea consiste en investigar el comportamiento del individuo en particular, dado que las generalizaciones pueden o no ser útiles para aplicar a un sujeto específico.
Según Lewin todos los hechos psicológicos, aunque se trate de un suceso aislado, están regidos por leyes.
La conducta para Lewin es la función de una persona en su ambiente y ambos elementos son variables dependientes entre si.
Una persona percibe su ambiente en función de su estado de desarrollo, su personalidad y sus conocimientos y un contexto inestable lo hace inestable.
De manera que para comprender el comportamiento de cada uno es necesario tener en cuenta todos los factores personales y del ambiente interactuando entre si, denominado en esta teoría espacio vital.
Por lo tanto todo comportamiento es una función del espacio vital y no responde únicamente a los estímulos físicos; porque el espacio vital está constituido por todos los factores no físicos y por las motivaciones, necesidades y demás elementos psicológicos de un sujeto.
Para explicar el funcionamiento del espacio vital, Lewin construye dos mapas del comportamiento de un sujeto actuando en un momento y contexto dado.
El primer mapa representa el espacio vital con los objetivos que el individuo tiene la posibilidad de alcanzar y las eventuales barreras que se podrían interponer entre él y su meta.
El segundo representa las fuerzas que actúan sobre el sujeto y que lo acercan o lo alejan de ella.
En el espacio vital los objetivos pueden tener valencias positivas o de atracción o bien negativas o de rechazo.
El resultado de esas fuerzas dan lugar a la orientación de la conducta; y las barreras que se interponen entre un sujeto y su meta producen frustración.
Para Lewin, el espacio vital incluye al individuo como ser orgánico, su aspecto psicológico, el contexto en que vive, sus relaciones sociales y experiencias objetivas, factores que actúan en forma interdependiente.
El aspecto más importante del desarrollo radica en aumentar la diferenciación de las partes del espacio vital que permanecen aún no estructuradas, como el mejoramiento del lenguaje, de las relaciones interpersonales, el manejo de las emociones, etc.
Estos cambios no se producen siempre al mismo ritmo sino en periodos que pueden llevar más o menos tiempo.
Durante las crisis, como la del adolescente, cuya característica es el cambio de la estructura del espacio vital, los cambios suelen ser rápidos en tanto que los períodos lentos, como la niñez y la adultez favorecen un mejor desarrollo.
Lewin introduce el concepto de dimensión de realidad e irrealidad. Con irrealidad se refiere a la fantasía, los sueños, los deseos, los miedos, etc.
Los niños por ejemplo, si son pequeños, no pueden distinguir entre realidad y fantasía, mientras el adolescente sabe la diferencia.
La inteligencia individual y la edad son factores que influyen en el grado de diferenciación o estructuración del espacio vital.
Todo niño depende de los mayores y de la estructuración de su ambiente y a medida que se desarrolla y aumenta la estructuración y diferenciación de su espacio vital, cada vez más se da cuenta que puede depender de si mismo.
Para lograrlo debe tener la libertad suficiente para incursionar en nuevas zonas y de vivir nuevas experiencias. Si esta libertad es coartada, el resultado será la rigidez de la personalidad.
Por el contrario, si durante la infancia principalmente, el espacio vital no está estructurado la personalidad no estará organizada ni integrada.
De modo que para evolucionar normalmente, todo niño necesitará independencia pero a la vez cierta dependencia que le brinde la estructura y orientación necesaria para el desarrollo normal de su personalidad.
Los estudios realizados demuestran que la mayoría de los niños desarrollados en ambientes estructurados, en la adultez llegan a tener personalidades más firmes, a sentirse mejor con ellos mismos y a poner todo su empeño en realizarse; en tanto que los que provienen de ambientes poco estructurados se suelen comportar en forma indecisa, son desconfiados, tienden a ser pesimistas y a asumir que existe la mala suerte.
Libertad y estructura dos términos que parecen opuestos pero que en la debida dosis constituye el binomio perfecto.