La importancia de los olores
A veces voy caminando por la calle y un olor fugaz provoca que me detenga en seco. Al pasar delante de un puesto de gofres, por un segundo, he regresado a aquellos años de mi infancia en los que, mis amigos y yo devorábamos un gofre sentados en un banco después de disfrutar de las atracciones de la feria. Éste es sólo un ejemplo de cómo los olores también están estrechamente asociados a situaciones o cosas y quedan grabados en nuestra memoria tras elaborar una imagen mental global. Por tanto, tenemos muchos datos guardados en nuestra memoria sensorial olfativa.
Es muy posible que si el olor de un perfume concreto (el que usaba tu pareja) esté relacionado con algún episodio desagradable (la ruptura sentimental), quede automáticamente asociado al recuerdo y, seguramente, cada vez que lo huelas, te llevará a experimentar las mismas sensaciones que sentías en aquel momento. Y a la inversa sucede exactamente lo mismo, cuando algún aroma te recuerda a algo positivo en tu vida, te regodeas en él y lo disfrutas.
En el mundo del marketing, es un aspecto esencial de la estrategia de ventas. El olor de una tienda es una seña de identidad tan potente como el logotipo. Saber que una tienda de una marca concreta olerá igual en Madrid que en Buenos Aires da cierta confianza, provoca el sentimiento de sentirse como en casa e induce una sensación inconsciente de atracción hacia esa marca, al menos de entrar. Una vez estás dentro es más fácil que consumas que si no entras.
Un olor que atrae por sí mismo es el olor a nuevo. En el mundo de los coches se cuida este detalle extremadamente. En un olor fácilmente reconocible y ejerce un efecto excitante de tal manera que puede camuflar otras desventajas de la compra de ese coche. Así que mantente alerta y no dejes embaucar por el olor a coche nuevo. Tu bolsillo te lo agradecerá.
Estarás de acuerdo conmigo en el poder del olor de los hogares. Todas las casas tienen un olor concreto, personal, diferente del de la casa del vecino. Cuando vives en ella no lo percibes por estar habituado, pero cuando vas a casa de alguien, la carta de presentación es el olor. Si el olor es agradable, asociarás el lugar a palabras positivas aunque no te guste especialmente la decoración o esté algo desordenado. Por el contrario, si el olor te incomoda dejarás de prestar atención a los aspectos positivos de la vivienda. Además, te resultará difícil olvidar ese olor o las sensaciones que te provocó.
En cuanto al olor personal, la realidad es evidente. Si conoces a una persona que te parece más que atractiva, con la que sientes que puedes encajar por tener intereses comunes, pero en las distancias cortas tiene un aliento fétido o una mofeta instalada en la axila, entonces esa relación no llegará ni a empezar.
Como con casi todo en la vida, las cosas demasiado fuertes suelen ser fruto del rechazo. El caso de los olores no es una excepción.