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Psicología Forense

Publicado por Malena

Psicologia Forense

Toda fuerza de seguridad merece, la ayuda de un psicólogo forense.

La práctica forense cuenta entre sus colaboradores con psicólogos especializados en investigación y esclarecimiento de hechos delictivos.

Los casos de homicidios exigen el estudio de la personalidad y de las motivaciones de los eventuales sospechosos, quienes se encuentran en calidad de imputados.

La historia familiar y personal de la víctima y sus relaciones personales también pueden aportar luz sobre la verdadera trama que ocasionó el suceso.

Actualmente, los hechos violentos que dejan como saldo personas fallecidas o gravemente heridas, gracias a los adelantos científicos y a la intervención de distintos expertos, pueden llegar a aclararse mediante pruebas obtenidas en el escenario de los hechos, principalmente durante los primeros momentos después de ocurrida la tragedia.

Luego de transcurrido algunos días, esas pruebas se pierden o se confunden con otras huellas, obstaculizando la investigación e impidiendo en gran medida el descubrimiento de los responsables.

Los heridos en un hecho de violencia pueden quedar en estado de shock, debido al trauma sufrido, instancia que puede ser controlada por los psicólogos que integran el plantel policial, permitiendo que puedan aportar datos de interés en esos minutos cruciales después de ocurrido el siniestro.

Si hay un motivo siempre puede ocurrir un homicidio. Los grandes asesinatos que se cometen a diario son réplicas que se encuentran registradas en el inconsciente colectivo, presentes también en las tragedias griegas.

Cuando se produce la muerte violenta de una mujer, el primer sospechoso es el marido o amante, sin embargo, cuando muere un hombre, no es la mujer la primera sospechosa sino otras personas generalmente cercanas a la víctima que actuaron por venganza o por cuestiones pasionales o económicas. Para apoyar esta hipótesis coinciden las estadísticas de la policía de todos los países que cuentan con datos confiables.

El personal que interviene en las investigaciones penales tiene gran conocimiento de las motivaciones humanas que conducen al crimen, que siguen siendo las mismas que las de muchos siglos atrás, porque es evidente que existe una relación causa y efecto en toda conducta humana que no tarda en cumplirse inexorablemente.

Aunque también pueden ocurrir hechos aparentemente fortuitos de asaltos seguidos de muerte de la víctima, que nunca se llegan a esclarecer, no significa que la mayoría de estos hechos no tengan una explicación lógica y hasta esperada.

En algunos estados de Norteamérica, la policía cuenta con psicólogos que colaboran en la investigación de hechos indescifrables con métodos no convencionales. Utilizan el poder de la mente para recrear el suceso, constatar el lugar del hecho, ubicar en un mapa la localidad donde se encuentra el edificio donde estuvo la víctima y hasta “sienten” sus mismos temores y su sufrimiento padecidos antes de morir.

Pueden detectar el arma asesina, la forma en que se cometió el asesinato y hasta dónde se oculta el cuerpo.

Algunos de estos colaboradores de las fuerzas de seguridad ni siquiera son psicólogos. Son ciudadanos comunes, principalmente del sexo femenino, simples amas de casa que han desarrollado esos poderes y que son convocadas cuando la policía tiene un caso no resuelto pendiente, que ha caído en zona muerta por falta de pruebas.

En caso de secuestros, los psicólogos pueden comunicarse con los secuestradores y negociar hábilmente, en los mejores términos, para lograr la liberación de rehenes.

Pueden evaluar el estado emocional tanto de las víctimas como de los delincuentes y aprovechar sus debilidades para obtener mayor seguridad y ventajas en la negociación.

Aconsejan a la policía sobre la eventual peligrosidad de los criminales en situaciones de crisis, y la conveniencia o no de confiar en su colaboración como informantes.

Toda persona que comete un delito tiene un trastorno emocional que se traduce en un estado mental alterado. No es malo ni bueno, es un enfermo, y siempre tiene un motivo que lo lleva a actuar en forma violenta.