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Enamoramiento e hipnosis

Publicado por Betina Ganim

Ya hemos tratado en su momento la hipnosis como un método terapéutico tempranísmo en psicoanálisis, antes de Freud, podemos decir. Un método que utilizaba su maestro Breuer, del que ambos se sirvieron para esclarecer cuestiones relativas a la histeria.

Y también nos hemos referido abandono temprano de Freud de este método, y de la causa de tal abandono técnico.

Hoy seguiré con las teorizaciones sobre el enamoramiento que Freud hace en su texto «Psicología de las masas y análisis del yo».

Freud hace una comparación entre el fenómeno que se produce en la hipnosis con el que tiene lugar en el enamoramiento; más bien dice sin pruritos que no hay diferencias entre ambos.

El hipnotizado se comporta con el hipnotizador de la misma manera que el enamorado con su objeto de amor: con sumisión, sin críticas, un renunciamiento tal que lo lleva a carecer de iniciativas propias.

Asimismo, el hipnotizador tanto como el objeto de amor, pasan a ocupar el lugar del Ideal del Yo, dice Freud. Y añade que ciertamente es más fácil explicar el enamoramiento partiendo de la hipnosis, que a la inversa. Ya que es en el fenómeno que ocurre entre hipnotizado e hipnotizador donde aquello queda demostrado más claramente. Es esta la única diferencia que plantea Freud.

Para el hipnotizado solo importa el hipnotizador, lo demás queda por fuera de su registro. Hay que apuntar que si el hipnotizado, en un estado de somnolencia hace lo que el hipnotizador le indica, es por una de las funciones que tiene el Ideal del yo: la prueba de realidad. Es decir, que el yo acepta como tal cualquier realidad señalada por el Ideal del Yo.

Lo que señala Freud en esta diferencia que plantea es que las tendencias sexuales quedan excluídas, lo que permite ver la claridad de este fenómeno. Así, Freud considera que en la relación hipnotizado-hipnotizador hay una abandono al objeto de amor, pero sin satisfacción sexual.

En cambio, en el enamoramiento sucede que esas mociones sexuales están solo temporalmente apartadas, en segundo plano digamos, reservado a metas posteriores de satisfacción.

Por otro lado, también en relación a las diferencias entre ambos tipos de vínculos, dice Freud, la relación hipnótica es una “formación colectiva” que se produce entre dos personas.

Aislando este fenómeno, dice Freud, nos da cierta idea de lo que sucede en la construcción de las masas en la sociedad. La relación del sujeto con el caudillo.

Es precisamente en esas relaciones donde las metas sexuales son coartadas en sus fines (el amor no correspondido por ejemplo) que los lazos se presentan más perdurables entre las personas.

Ya había dicho Freud que en el enamoramiento recíproco, donde las pulsiones sexuales son satisfechas, se produce un rebajamiento de esa sobrevaluación del objeto amado.

Por eso, cuando esas metas son coartadas en su fin sexual, se generan lazos más perdurables.

Así, Freud asevera que para que el amor sensual perdure, tiene que acompañarse de fines tiernos, o luego de un tiempo, transformarse en tiernos…

¿No es esta acaso toda una teoría de la permanencia de los matrimonios y el ideal del “para siempre”?…

Asimismo, en este texto Freud introduce que más allá del esclarecimiento que pueda hacerse del fenómeno que ocurre en la relación hipnótico, queda algo del orden del oscurantismo, que no se termina de explicar en el tema de la hipnosis. Ya que a veces tiene un efecto de parálisis, de impotencia en el hipnotizado, sometido a los infujos del hipnotizador en el lugar de omnipotente.

Es así que hay personas refractarias a estos efectos. El hipnotizador elige a personas débiles y carentes de defensas para provocar el efecto deseado.

Para concluir, Freud introduce el fenómeno de masa que se produce en torno al caudillo, de esta manera: individuos que se reúnen en torno a un mismo objeto que ocupa el lugar del Ideal del Yo, generándose entonces entre ellos fenómenos de identificación.