La Conquista del Amor
El objetivo principal de una cita es la conquista
Tener una cita es un muro que derribamos, una puerta que se abre hacia lo desconocido, una oportunidad que hay que aprovechar. Sin embargo, la mayoría tiende a sabotear una cita de muchas maneras, casi sin darse cuenta.
En primer lugar se programan para el fracaso. “Esto no va a funcionar”, “Mejor hubiera sido…”, “Me hubiera gustado…”, “Qué lástima que no es alto”, “Qué pena que no sea rubia”, “Me parece que estoy perdiendo el tiempo”, “Esto no me gusta nada”, etc. etc. etc.
La base de todas estas objeciones es el temor, el miedo a lo desconocido y al fracaso.
Por otro lado, todo lo que se puede esperar de la vida hay que desearlo primero, desear conseguir un trabajo, desear tener una novia o un novio que los ame, desear ganar dinero, desear sentirse bien, desear tener una casa, desear tener un auto, desear hacer un viaje, etc.; porque todo es posible.
Es necesario creer que todo lo que se desea es posible lograrlo, y no tener ninguna duda, ni desconfiar, con una fe inquebrantable y principalmente sintiéndose contento como si ya lo hubieran concretado.
Por eso, cuando se presenta la oportunidad dar el primer paso, con plena certeza del triunfo, subir el primer escalón con entusiasmo sin pensamientos negativos que son los que presagian los obstáculos.
El logro de un objetivo requiere una actitud abierta dispuesta a recibir lo que llega solo y también los frutos de lo que se ha planificado, evitando postergar las iniciativas, las ideas, sin renunciar a ninguna de ellas, sin importar las circunstancias ni lo que se crea que son nuestras posibilidades concretas.
“Si yo fuera más alto…”, “Si fuera más delgado…”, “Si tuviera un título…”, “Si fuera más joven…”, “Si fuera más simpático…”, “Si tuviera más experiencia…”, son frases que indican inseguridad, baja autoestima y poco respeto por uno mismo.
Cuando los acontecimientos no llegan solos es por causa de uno mismo, porque no estamos preparados para recibirlos.
Muchos ya han abandonado las esperanzas y se complacen en castigarse con la soledad porque creen que eso es lo que se merecen.
Sin embargo, aunque aún no hayan encontrado a la pareja que desean seguramente tienen mucho que agradecer, porque ser agradecido a la vida nos recuerda todo lo que tenemos y no apreciamos lo suficiente y nos hace estar más dispuestos a atraer más cosas para agradecer.
Podemos tener una familia, un buen trabajo, dinero suficiente, buena salud, amigos, una buena casa, una buena educación, un título, una serie de cosas en la vida que las hemos recibido o logrado por propio esfuerzo pero que nunca apreciamos lo suficiente.
Visualizar al hombre o a la mujer que se desea para formar una pareja hace que lo que se imagina se realice, porque todo lo que se siente y se visualiza se materializa.
Los deportistas utilizan la técnica de la visualización como rutina. Se ven ganando, llegando primero a la meta, haciendo goles, escuchando los aplausos y recibiendo el premio.
Pero más eficaz que la visualización es sentir la misma sensación de felicidad del triunfo, sentir el gozo, anticipar la alegría interior que se experimenta cuando se obtiene lo deseado.
Porque para lograr algo que nos parece imposible, uno tiene que cambiar de actitud, creer que nos merecemos todo, sentir que es posible y darlo por hecho; y esa actitud tiene que convertirse en un hábito que no deje lugar para la duda.
Conquistar la pareja que se desea es posible porque a partir de hoy y para siempre nos empeñaremos en creer que la vida es próspera y buena y el solo hecho de creer en esto y sentirse bien consigo mismo nos cambia y permite que cambie también el mundo a nuestro alrededor.
Tenemos que enamorarnos de nosotros mismos, sentirnos agradables, recordar nuestra cualidades, sintiendo que somos especiales y únicos y estar dispuestos a ser felices, porque la felicidad viene de adentro, no de afuera, y nosotros tenemos el control.
Podemos revertir el estado de cualquier cosa, no existen los límites, y la soledad que creemos merecer se puede revertir, porque todo empieza hoy, sin importar la edad que tenemos o quienes somos.