Cómo aprender a relajarnos ante tanta tensión
La tensión es algo que nos acompaña en cada rincón de nuestro cuerpo a cada instante.
El problema es que solo nos damos cuenta de esto cuando surge algún problema derivado en la parte física como contracturas o cuando ponemos nuestra atención en alguna parte de nuestro cuerpo con la intención consciente de relajarla.
Estas tensiones tienen su origen principalmente en la parte emocional y psicológica hasta el punto de que nos pueden llevar a tener verdaderos problemas de tipo físico. En todo caso la tensión llama a la tensión por lo que estar en un continuo estado solo nos conduce a un aumento de la misma llegando a extremos casi inaguantables de ansiedad y estrés.
De esta forma tenemos que relacionar la ansiedad y el estrés con con estas tensiones físicas. Llega una preocupación, ésta pone rígidos los músculos y esta a su vez hace que los pensamientos sean cada vez más y más negativos entrando en un círculo difícil de romper pues. Normalmente estamos más pendientes de la preocupación que tenemos en la mente que de sus consecuencias físicas que normalmente son muchas.
Por otro lado y siguiendo la misma lógica, cuando aprendemos a relajarnos no solo mitigamos los efectos indeseables en nuestro cuerpo de este tipo de pensamientos negativos sino que además lo retroalimentamos positivamente aprendiendo a tomarnos las cosas de la vida de otra forma.
Podemos decir que los cuerpos tensionados y contracturados son una característica de nuestro tiempo en el que somos obligados a vivir bajo estrés continuo y a un ritmo de vida realmente rápido.
No se trata de parar el ritmo ya que muchas veces nuestra actividad laboral nos puede demandar llevar un ritmo determinado pero si llevarlo de otra manera. Incluso debemos de pensar que con un cuerpo relajado todo sale mucho mejor y más rápido, se trata en realidad de la forma más eficiente de realizar las cosas.
Observemos a los bebés cuando duermen o a los gatos. Podremos detallar que ningún músculo en ellos se encuentra tensionado, hay una relajación total y, por lo tanto, un descanso completo y real que los recarga y los llena de energía para poder continuar con el juego de forma incansable cuando despierten.
Sin embargo en nosotros es muy común ir a dormir y que incluso en el sueño el cuerpo continúe tensionado de tal forma que al despertar nos sentimos cansados como si no viniéramos de descansar incluso habiendo dormido nuestras ocho horas reglamentarias.
Esto se debe a que no sabemos relajarnos para ir a descansar ni tampoco sabemos ir relajados cuando estamos en las actividades del día a día.
Hay tres técnicas de relajación que son las más usadas para practicar cada día y aprender a relajarnos. La primera es la relajación progresiva en la que básicamente vamos relajando poco a poco cada parte de nuestro cuerpo. La segunda es la respiración diafragmática, un tipo de respiración más completa y pausada que en realidad debería de ser natural. La tercera son las técnicas de visualización que usa la imaginación para que a través de imágenes relajantes consigamos la anhelada relajación.