Bienestar de los empleados en empresas.
En el último tiempo empezó a considerarse con mayor prioridad el bienestar de los empleados en el ámbito empresarial. Se observó que si los trabajadores no estaban bien se veía afectada la productividad.
Las empresas miden sus prioridades en función de la productividad. Sin embargo, la consideración por el bienestar de sus empleados es un asunto que debería rebasar las cuestiones económicas.
Los grupos de trabajo constituyen pequeñas comunidades, redes de interacciones vinculares que producen efectos. El mal clima laboral, el malestar en uno o varios de los miembros genera efectos en los demás. Es un círculo de retroalimentación que puede fomentar dinámicas viciosas.
Se debe gestar un espacio en este ámbito que fomente la buena comunicación y que tome en consideración las situaciones emocionales y personales de quienes trabajan allí. Humanizar las empresas implica precisamente el reconocimiento de los aspectos psicológicos que intervienen.
Siempre que nos refiramos a personas, estaremos ante la complejidad que implica la existencia de lo humano. Aspectos emocionales, inconscientes, defensivos, históricos, que intervienen e influyen en nuestras acciones. Si bien, por supuesto, una empresa no va a poder abordar todo esto en cada uno/a de sus empleado/as, sí tiene que estar atenta a las variaciones en su bienestar y a cómo esto puede estar afectando su salud.
En el ámbito laboral pasa mucho tiempo de la vida de una persona. Comunicándose e interactuando en esa red o grupo. Se establecen vínculos de gran cotidianeidad donde las identidades de las personas con frecuencia están muy ligadas a la matriz empresarial. Por eso, ocurre generalmente, que despidos o situaciones que las empresas manejan con gran frialdad suelen frustrar y afectar emocionalmente a quienes lo reciben, porque hay un compromiso significativo de la psicología de esa persona en relación a la empresa. Se constituye, en muchos casos, un sentimiento de pertenencia y familiaridad que implica que todos los cambios y decisiones que se tomen en ese contexto poseen para la persona un impacto significativo.
Por este motivo, es esencial hacer un seguimiento de la situación de salud y bienestar global de las personas que trabajen en dicha empresa. Esto permite que las interacciones funcionen de mejor manera y también posibilitan el acompañamiento de la persona en lo que sea que tenga que resolver.
Ya no podemos continuar con sistemas empresariales que se desentienden de la salud mental de sus trabajadore/as. Si trabajan con personas, deben atender al malestar psicológico de quienes forman parte. No solamente por esa persona en particular, sino por la repercusión que trae a todo el entramado.
El ámbito laboral como lo conocíamos está cambiando, no solamente por la situación de pandemia actual que ya de por sí ha incidido suficientemente, sino también porque los ritmos de exigencia constante han demostrado tener graves consecuencias en la salud. Si queremos construir sistemas de trabajo que sean sostenibles a lo largo del tiempo debemos incluir los factores psicológicos. Dejándolos a un lado sólo postergamos los problemas posibles. Dándoles lugar y estimulando mediante ciertas dinámicas el trabajo de estos aspectos, beneficiamos la salud de lo/as trabajadore/as y posibilitamos una mayor adaptación e intercambio dentro del espacio de trabajo.