Binomio competición-colaboración
Desde bien pequeños, nos bombardean con mensajes que exaltan las virtudes de ser el mejor, de sobresalir, de destacar. Incluso, en algunos ambientes, hasta se fomenta la creencia de que ésto hay que lograrlo a costa de pasar por encima de otras personas. Esta cultura está tan implantada y arraigada en la sociedad actual que, en muchas ocasiones, es muy difícil evadirse o desentenderse de ella. Con frecuencia, se nos olvida que la gran meta en la vida no consiste en llegar a ser el mejor, sino en hacer lo mejor posible aquello que decidamos hacer .Éste es el mayor premio y el máximo desafío. Así debemos transmitírselo a nuestros niños.
No obstante, Se está abriendo una corriente de pensamiento que, si bien no es nueva, está tomando un nuevo giro y su auge es patente. Nos referimos a la cooperación y colaboración como el mejor ambiente de aprendizaje, de adquisición de valores y de consecución de metas tanto individuales como colectivas. Y es bien cierto que cuatro ojos ven más que dos y ocho ven más que cuatro. Nadie podrá discutir el poder de la suma de distintas inteligencias .Pero no nos engañemos: como siempre existirán personas que necesitan alimentar su ego constantemente posicionándose en un nivel superior el resto. El problema surge cuando el camino se llena de ansiedades, estrés y acapara todas las esferas de la vida impidiendo el disfrute y el entretenimiento con las cosas sencillas. Por no hablar de la soledad que se impone cuando tú único propósito es competir para ganar, hasta a las chapas.
No ponemos en duda los beneficios de una competitividad dosificada, Sin duda, querer superar a otros estimula nuestra creatividad para buscar la mejor fórmula y cuando se consigue el objetivo aparece un sentimiento de autorrealización significativo.Es incluso divertida y sana, como ocurre en el deporte aunque, por otro lado, es este campo el más tendente al extremo. Es un terreno ideal para acometer prácticas poco éticas.
Estamos habituados a presenciar competitividad entre hermanos, entre compañeros de trabajo o entre amigos. Cuando esta situación se prolonga en el tiempo, se crea una rivalidad que no hace más que distanciar a esas personas que, en teoría deben de apreciarse, apoyarse y ayudarse entre ellas. La forma óptima de cortar de raíz este problema pasa por tratar de manera individual la autoestima de cada individuo. Cuanto más seguros estemos nosotros mismos, más disfrutaremos de los logros ajenos sin que la envidia y las ansias de eclipsar al otro, empañen una bonita relación. Además, es importante saber lidiar con la frustración cuando, a pesar de nuestros esfuerzo,s no consigamos ganar la competición. Es seguro que ese momento llegará. Mejor que te pille preparado.
Así, si te encuentras inmerso en una espiral de competitividad en la que ya ni siquiera recuerdas cuándo dedicaste un minuto a pensar en lo que tú querías hacer, todavía estás a tiempo de salir de ella. Tómate un respiro y mírate frente a frente. Trae a la consciencia todo lo que estaba escondido bajo una manta dentro de tu mente. Las respuestas llegarán solas.