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Clarividencia

Publicado por Malena

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¿Quien de nosotros no ha ido alguna vez a visitar a un clarividente, un curandero o un brujo? La mayoría confesará que nunca y muchos de ellos estarán mintiendo, porque seguramente habrán vivido esa experiencia con culpa por ceder a la curiosidad.

Que nadie cree en brujos es cierto pero que los hay los hay.

Los primeros brujos que existieron fueron los chamanes de las tribus. Eran curanderos de cuerpos y de almas, porque no podían concebir a un cuerpo sin alma.

Contaban con un arsenal de yuyos y rituales que le servían para mitigar tanto el sufrimiento como la infelicidad de sus pacientes.

Sabían escuchar y con su intuición podían entender las causas de cualquier afección.

En las grandes ciudades, el médico se ha alejado tanto del paciente que se ha convertido en un burócrata detrás de un escritorio indicando estudios de todas clases que realizarán otros.

Mientras tanto, al ser humano que está frente a él casi no lo ha mirado. No sabe qué problema tiene, qué le está pasando, ni cómo se siente, prestando solamente atención a los síntomas.

El síntoma es la punta del iceberg y todos sabemos que lo más grande está abajo.

No es entonces extraño que cada día más, la gente recurra a los curanderos que desde el punto de vista clínico se molestan en hablar con el consultante, se interesan por sus problemas y lo tratan como una persona y no como un número de expediente.

Después de hacer el curso de control mental, mi formación académica dejó lugar a la posibilidad de otras formas de conocimiento que no son los tradicionales.

Si como pude comprobar, somos capaces de percibir el pensamiento de otras personas, siempre que éstos se mostraran dispuestos, se puede inferir que podríamos ser capaces de muchas cosas más si solamente abriéramos nuestra mente y nos atreviéramos.

Conozco gente que cura el empacho por teléfono. Otros con una cinta y los menos tirando el pellejo de la parte baja de la espalda.

Ninguna de las tres técnicas es científica ni tiene ninguna explicación, pero muchos chicos se han curado con alguno de estos tres tratamientos, y aún más, hay médicos pediatras que también curan el empacho implementando estas mismas formas de curar.

Con respecto a los tratamientos tradicionales de la ciencia, todos los conocimientos científicos son probables y no existe la certeza. Lo mismo ocurre con los tratamientos no tradicionales, no existe la seguridad de la cura, pero en estos últimos interviene un factor muy importante, la relación del enfermo con el curador y su creencia.

La creencia es un arma muy poderosa y solamente está en manos del paciente.

Hace unos años, conocí un médico extraordinario que me dijo lo siguiente: existen tres clases de pacientes: los que no podía curar, los que sí podía curar, y los que no necesitan que los curen porque no tienen ninguna enfermedad. Afirmaba que la mayoría que acudía a su consultorio no tenía nada, a otros más desafortunados, ya no los podía curar; el resto, que no eran muchos, podía curarse con su intervención.

Pensaba que su profesión era muy frustrante porque se daba cuenta que no podía hacer demasiado.

Lo mismo nos pasa a los Psicólogos. Sabemos lo que le pasa al paciente pero es inútil que se lo digamos porque él no se quiere dar cuenta. Tiene que realizar un proceso lento de toma de conciencia, poco a poco, hasta lograr el “insight”, y a veces tiene que pasar bastante tiempo.

En otros países, la policía utiliza los servicios de clarividentes para encontrar nuevas pistas en delitos que no puede resolver, con resultados asombrosos.

Sin embargo, no toda la policía recurre a estos métodos porque depende de la flexibilidad de las autoridades a cargo de cada repartición.

El funcionario incrédulo no puede aceptar que sea posible algo que no le entra en la cabeza y prefiere archivar el expediente con el sello “caso no resuelto” antes de aceptar

esa alternativa.

Obviamente, se necesitan leyes que los obliguen a investigar utilizando cualquier recurso disponible sea cual fuere, independientemente de las ideas progresistas o no de las autoridades.

La clarividencia y otros poderes mentales son posibles y hay que seguir investigando.