Cuando hay muchas ideas pero poca acción.
La creatividad tiene una afluencia, a veces, caótica. Cuando hay algún bloqueo, la persona no tiene ideas ni motivación, y siente angustia por no estar experimentando ese afluente.
Hay personas que tienen más desarrollada su parte creativa y que incluso la ponen en juego en su trabajo. En estos casos, los bloqueos creativos suelen generar gran ansiedad y estrés, porque se necesitan de esa ideas para desempeñarse. Esto, sin embargo, no ocurre siempre, en gran cantidad de casos no estar en contacto con los propios aspectos creativos no implica para la persona demasiado conflicto.
Estamos acostumbrados en la sociedad actual, a cumplir con normas y tareas, transitando “en automático”, de modo que a veces incluso no se detectan los bloqueos ni se consideran un problema.
Pero de lo que vamos a hablar en este artículo no es de la falta de conexión con lo creativo, sino de la sensación que se puede sentir al experimentar su afluente.
Cuando lo creativo despierta suele hacerlo a modo de flujo, una ocurrencia va llevando a la otra, aparecen imágenes, a veces sueños vívidos, y se pone en acción un ciclo en donde una habilitación conduce a otra. Este fluir puede sentirse como avalancha, es decir, que el individuo puede sentirse abrumado o arrastrado por ese despertar.
Cuando se está en esa situación se puede experimentar ansiedad, la creatividad aflora pero cuesta pasarlo a la acción o elegir qué materializar primero.
Empezar muchas cosas y no terminarlas puede ser un indicio de este tipo de situaciones. En estos momentos, la prioridad es re-conectar con el proceso y con el disfrute, que devuelven la calma y ordenan un poco el caos.
La creatividad tiene relación con el caos. En estructuras demasiado inflexibles, lo creativo no encuentra lugar, porque es el cambio y la transformación y para eso debe haber cierta flexibilidad que la permita. Sin embargo, el caos arrasador, sin diques que lo contengan puede a la vez paralizarnos, dejándonos absortos en ese mundo y no pudiendo pasar a la realidad material.
La conexión con lo sensorial puede servir a este fin, volver a la materia, a lo corporal y a los procesos que nos permiten llevar adelante esas ideas.
Elegir es el primer desafío. Separar, singularizar, individualizar una idea, una ocurrencia, una intuición y llevarla a cabo. Materializar implica concebir los pasos necesarios para acercarnos a eso que imaginamos. Por más que el hecho de materializar implica una transformación y experimentará sus propios cambios en el camino.
Comenzar un circuito donde cada paso habilita al siguiente es una buena manera de concientizar el proceso y nos ayuda a sostenerlo. Los obstáculos que se presentan son aprendizajes que habrá que asimilar o sortear y son parte indispensable del proceso.
El trabajo de enmarcar la creatividad, es importante para poder vivenciar una experiencia satisfactoria y de disfrute. Sino, puede este afluente generar tal ansiedad que luego defensivamente se evite el despliegue creativo por temor a esa sensación ansiosa que no se sabe cómo manejar.
Escribir las ideas puede ser una herramienta que disminuya la ansiedad inicial, para luego poder elegir con qué empezar.
La creatividad, cuando despierta, nos trae infinitas posibilidades de desarrollo y de cambio, y tiene efectos en todas las áreas de nuestra vida. Equilibrarla es fundamental para poder contener ese flujo y transitar por el proceso sin sucumbir.