Deseo del psicoanalista
¿Qué es el deseo del analista? Una x.
Les he hablado de esto en alguna entrada anterior; pero esta vez hay que decir que una distinción fundamental para circunscribir el deseo del analista es la distinción entre objeto del amor y objeto de deseo,
Podemos decir que todo un aspecto del análisis consiste en separar el deseo de sus trabas con los objetos amorosos; es decir, los objetos amorosos, serían obturaciones para el deseo, de manera que uno puede ver el recorrido analítico como una separación del objeto de deseo del objeto de amor.
Si escribimos el objeto de deseo como el objeto a, habría que escribir al objeto de amor como – si quieren en su vertiente narcisística – como i(a), identificaciones imaginarias. Pero el camino del deseo supone un franqueamiento de la imagen: se dirige a un objeto que está más allá de la demanda.
Entonces lo que vamos a tener como idea en Freud es que la incidencia del deseo en el amor implica la degradación de la vida amorosa (los remito a un post en el que toco este tema a partir de Freud) y tendríamos, teóricamente, al amor por un lado y al deseo por otro, como cuestiones distintas; pero la incidencia del deseo en el amor siempre va a conllevar la degradación.
Podemos decir que el amor – no solo a nivel de la imagen narcisística, también lo podemos pensar como amor al Otro con mayúscula – pero siempre en la medida en que el deseo se dirige al objeto a, entonces vamos a tener degradación. Y eso Lacan lo ubica como una verdad primera de Freud y aquello que Freud denomina como universal para el ser hablante, la degradación es universal, en términos de Lacan diríamos es una cuestión de estructura, una cuestión irreductible.
Podemos decir también, como principio, que el deseo del analista se circunscribiría ahí como un deseo que no confunde, que no autentifica, que no avala a los objetos amorosos como objetos de deseo.
Sería como un camino de separaciones y casi les diría que en este punto coincidiría con la función paterna clásica, que es como separar al niño de su amor por la madre y orientarlo hacia las aventuras o los avatares del deseo. Eso es lo que es el deseo de un padre en su sentido clásico: cómo hago para que un hijo varón se haga «hombrecito» y separar ese objeto de amor de la madre…
Este es el padre del Edipo: el que separa al hijo de la madre. Pero lo importante ahí es hacerlo marchar en el sentido del deseo, cavar una falta ahí: «no confundas tu deseo con el amor y sigue los caminos del deseo»
El Psicoanálisis en este punto puede decir que siempre es conveniente que la madre desee otra cosa, que desee más allá del hijo. Y también del lado de la madre, que no haya también una confusión de su deseo con ese objeto de amor.
FUENTE: SUÁREZ, N.E. Seminario «Responder a la angustia» (inédito)