Deseo del Otro y decisión del sujeto
La segunda proposición de decisión subjetiva, según Esthela Solano Suarez en su texto «La insondable decisión del niño», tiene que ver con el deseo, tal que la autora la nombra como «la proposición deseante». Decíamos que la primera proposición (los remito a posts anteriores) tenía que ver con el Otro del lenguaje.
La segunda proposición es una proposición que se articula a la palabra. La palabra es necesaria para humanizar el deseo. Sin embargo al mismo tiempo encontramos entre la palabra y el deseo una relación antinómica; es decir, que la palabra es condición necesaria para que el deseo se instale, pero a la vez, ninguna palabra tiene la capacidad de decir, de nombrar el deseo.
Es así que la proposición deseante es una proposición que el sujeto recibe como un enigma que proviene del Otro. El sujeto recibe su propio mensaje proveniente del Otro, como mensaje del Otro. Allí donde el mensaje encierra una significación, abre a la vez una pregunta por el deseo (del Otro) ¿Qué me quiere el Otro? ¿Qué quiere el Otro de mí?, y además ¿qué soy yo para el Otro?
La proposición deseante implica entonces una decisión del sujeto, que se encuentra dividido entre el enunciado (significación) y la enunciación (enigma), la «x» enigmática del deseo del Otro.
Vemos entonces cómo el deseo del Otro tiene un valor fundamental en la decisión del sujeto, y se inscribe como función lógica como «deseo de la madre». Y el deseo de la madre es para el niño su interpretación. A ver, la interpretación de esa «x» enigmática, la respuesta frente al deseo d ella madre lleva al sujeto a decidir tomar una posición fantasmática. Podemos decir entonces, que la significación del deseo del Otro, enigmática para el sujeto, se inscribe como respuesta fantasmática; y es esta respuesta fantasmática la que orienta precisamente al sujeto en la realidad.
Esa respuesta al enigma del deseo materno es el axioma del fantasma inconsciente, opera como principio interpretativo que guía al sujeto en relación al objeto de deseo, y teje la trama de su realidad.
Esto queda reflejado en el famoso esquema de Lacan, el grafo del deseo. La cuestión del deseo del Otro se articula en la enseñanza de Lacan, a la castración. llamamos castración simbólica a la operación que ejerce el lenguaje sobre el goce del viviente. Jacques-Alain Miller lo escribe con un matema muy simple:
A / J barrado (flecha) (-)
Esto es que la incidencia del A como lenguaje (A) sobre el goce (J), lo barra. Es decir que el viviente, al ser atravesado por el lenguaje, inscribe al mismo tiempo una pérdida de goce (negatividad) Un menos a nivel del goce del viviente; una negatividad que se relaciona a la falta: falta un objeto, un objeto que falta en lo imaginario, en el Otro. Es decir, que en el lugar del Otro, por el solo hecho de la operación del lenguaje, hace emerger la interpretación de que falta algo, de que allí hay algo que no hay…
Para el sujeto infantil, esto se traduce en un falta de la madre, ya que ella ocupa el lugar de ese Otro primordial.
FUENTE: SOLANO SUAREZ, ESTHELA. La insondable decisión del niño. En «Psicoanálisis con niños. Los fundamentos de la práctica». Ed Grama.