Hombre Moderno
¿El hombre moderno quién es? Es un adolescente eterno que no se anima a crecer.
La decadencia de occidente se manifiesta en el comportamiento del hombre moderno.
Vive el presente, soluciona coyunturas, no proyecta a largo plazo, se endeuda para ir a esquiar, posterga indefinidamente una familia propia, está atento al cuerpo, disimula las canas, las arrugas, la panza; pero sabe cocinar, porque si, porque queda bien, pero no para él que compra comida hecha, sino para los amigos.
Vive en un PH o en un departamento con pileta y sum. Decora su casa con estilo minimalista pero no le falta nada; y los domingos de diez a doce toma sol en el dek y se tapa la cara con el gorrito para no saludar a los vecinos.
No tiene un amigo sino muchos, sin compromiso, porque él tiene que hacer y son obstáculos para sus rituales hedonistas; y además porque le gusta estar solo.
Tiene título universitario pero es muy teórico, apenas le sirve para colgarlo en la pared y además para qué si en la oficina trabaja de nueve a cinco llenando formularios.
En su tiempo libre se distrae superficialmente, haciendo zapping, porque tampoco se quiere comprometer eligiendo programa.
Está convencido que el futuro es incierto por eso todo tiene que ser hoy, y de su pasado no queda nada porque a los padres los visita sólo para Navidad y a los hermanos no los soporta, es que no quiere ataduras ni vínculos, quiere ser libre, para él.
Le gusta estar informado para tener un fundamento para quejarse y no cree en nada, sólo en el cuerpo y sus sensaciones.
Puede haber tenido rupturas conyugales que le sirvieron para ser pesimista y justificar su manera de pensar.
La indiferencia le ayuda a no tener convicciones firmes sino circunstanciales porque todo es relativo y nada vale la pena.
Sin embargo puede tener proyectos a corto plazo, como por ejemplo superar a otro como él que tiene el auto más grande, y el sueldo más alto.
En un mundo donde todo está permitido el hombre moderno puede patear el tablero y caminar sin objetivos ni luchar por ningún ideal.
Su vida edulcorada, vacía, sin rumbo ni metas dignas para alcanzar, mirando siempre su propio ombligo, sin creer en nada, lo lleva a la depresión y a visitar a un psiquiatra para que le recete algo que lo ayude a salir de los ataques de pánico que sufre cada vez más seguido; porque lo que no se puede permitir es perder el control.
Entonces es cuando piensa que se siente así porque ya hace quince días que no tiene sexo y entonces llama a fulanita o menganita para descargar las baterías, para después darse cuenta que curiosamente no funciona.
Por eso tiene que ver una película porno y ensayar posiciones exóticas para sentir algo, porque está siempre anestesiado.
Le gusta divertirse, matar el tiempo, entretenerse, nada de hacerse problemas con películas dramáticas o de protesta, para ver cómo sufren los demás, porque a él sólo le interesa él mismo.
Se divierte pero no disfruta, se evade, huye de si mismo angustiado porque sabe que todo en algún momento termina y surgirá la temible pregunta: y después que?
Después toma la pastilla y se sienta a ver su televisor plasma, de grandes proporciones, ese que todos le envidian.
La televisión lo mantiene informado siempre superficialmente, cosas sueltas que no puede relacionar porque hace zapping porque se cansa, se pone nervioso, le da jaqueca.
Entonces se aburre, se angustia y busca desesperadamente el último best seller que compró hoy, aunque es inútil porque no logra concentrarse.