El Pecado Original
El Pecado Original es uno de los conceptos que pertenece al fundamento de las religiones Judía y Cristiana. Ambas religiones monoteístas tienen un origen común, el Antiguo Testamento, libro sagrado que relata el acto de la creación del mundo y de la humanidad por un Dios único.
Según la Biblia, Dios creó al hombre y a la mujer, Adán y Eva, en el Jardín del Edén para que lo labrasen y cuidasen, y de donde podían comer de cualquier árbol menos del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que lo hicieran, morirían.
“Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió y dio también a su marido, que igualmente comió.”
Por esa desobediencia Dios los echó del Edén y los condenó a sufrir en la tierra como seres mortales. El hombre pierde la inmortalidad por su desobediencia, pero le será concedida de nuevo por gracia, con la resurrección de Cristo
La condena afecta a los culpables en sus actividades esenciales, a la mujer como madre y esposa y al hombre como trabajador, porque el pecado trastorna el orden querido por Dios en la creación.
De estas penas se desprende la enseñanza de una culpa hereditaria, el pecado original, que en el Cristianismo se borra con el Bautismo.
Desde el punto de vista filosófico, para la humanidad el pecado original es la conciencia de imperfección, que lo lleva al hombre a anhelar Ser lo que Es.
En Psicología el pecado significa angustia existencial por la necesidad de realización del si mismo, y la culpa por no lograr su esencia.
Desde el punto de vista de las religiones orientales el equivalente del pecado original es el karma, el condicionamiento de encarnaciones anteriores, las deudas kármicas. Cosechamos lo que sembramos. Es la acción que resulta de las decisiones tomadas en otras vidas. La aflicción que traemos todos en el alma.
Con respecto al karma del pasado se pueden hacer tres cosas: La primera es pagar las deudas kármicas. Algunas veces, el pago de esas deudas implica mucho sufrimiento, enfermedades, desgracias, etc., pero la ley del karma dice que en el Universo jamás queda una deuda pendiente y todo es un intercambio constante, de un lado a otro, de energía.
Una segunda forma es transformar el karma en una experiencia más deseable, si la observamos como un proceso de aprendizaje y lo convertimos en una experiencia positiva. No nos libramos de nuestro karma pero podemos aprovechar los episodios kármicos para crear un karma nuevo y positivo a partir de él, preguntándonos: ¿cómo puedo hacer para que esta experiencia sea útil, qué puedo aprender de esta experiencia, por qué me está sucediendo esto?
La tercera manera de enfrentar al karma es trascendiéndolo. Trascender el karma es independizarse de él, mediante la práctica de la meditación, entrando y saliendo en el espacio de la conciencia pura y comenzando a generar acciones que encierran un proceso de evolución.
Liberarse del karma es lograr la iluminación, salir del condicionamiento y terminar con las reencarnaciones.
En las religiones occidentales sería lograr el estado de gracia.