El sentido como factor clave de supervivencia.
Desde el punto de vista psicológico la creación o dotación de sentido a los acontecimientos que nos ocurren, produce un cierto efecto de amortiguación del impacto, que protege contra el daño psicológico que pueda acarrear.
Está comprobado que los soldados que estuvieron en combate y que pudieron otorgarle un sentido, un valor a esa experiencia, sufrieron menos estrés post traumático que aquellos que no podían hacerlo. A raíz de esto, podemos pensar que la creación de sentido, específicamente en las situaciones extremas, traumáticas, es un factor fundamental en la supervivencia y la preservación de cierto estado de salud mental.
Viktor Frankl habló de esto en relación a las vivencias traumáticas durante el holocausto. De allí que postula la búsqueda de sentido como una característica esencial del Ser Humano.
El sentido es aquello que ayuda a metabolizar las situaciones que de por sí nos enfrentan al vacío, la ausencia de respuesta, la incapacidad para comprender, nombrar o incluir esa experiencia dentro de los parámetros en los que nos manejábamos anteriormente. «Se pierde la clave», las herramientas con las que contamos son insuficientes para hacerle frente a esa situación. De esta manera, y salvando las terribles distancias, la guerra, el holocausto, un tsunami, y la pandemia de Coronavirus, tienen esto en común. Son acontecimientos que exceden nuestras estrategias de afrontamiento.
Ante esta coyuntura es que cobra especial relevancia la creación de sentido. El sentido viene a cubrir ese vacío o ausencia, viene a crear una respuesta, una protección, que en situaciones límites se transforma ciertamente en un bálsamo frente a la desolación o la locura.
La búsqueda de sentido es lo que llevó al ser humano a intentar explicar todo aquello que no comprendía, intentar conocer, investigar… Y en gran medida esto es lo que mueve al mundo, lo que nos permite avanzar y desarrollarnos. Y a la vez, lo que nos confronta con el hecho de que no somos omnipotentes. Nos confronta con los fallos, errores y con la contracara de toda evolución.
Dado que el sentido es entonces tan importante, se vuelve interesante reflexionar sobre su lugar en los acontecimientos que transitamos como humanidad actualmente. Reflexionar sobre lo que está pasando, encontrarle una razón de ser, aceptar lo que sucede por fuera de nuestro alcance, otorgarle a este tiempo un sentido singular y personal. Esto nos ayuda a calmar la desesperación que causa la incertidumbre, y en algún punto también, a aceptarla.
Sabernos mortales, saber que nuestra vida tiene un fin aunque no sepamos cómo ni cuándo, y aun así seguir viviendo, experimentando, deseando…Del mismo modo, cuando una situación nos excede, nos arrasa; aceptarla y otorgarle un sentido es poder seguir viviendo a pesar de, e incluso, a propósito de.
Por esto mismo, es esencial en estos momentos la reflexión, ¿que función cumple para cada uno esto que estamos transitando? ¿en qué medida nos puede servir para repensar nuestra posición dentro de la sociedad, para con la naturaleza, con respecto al sistema que se viene perpetuando? ¿Qué cambios ameritan implementarse a raíz de lo que estamos viviendo? ¿Qué lugar puedo ocupar para colaborar con esos cambios y esa transición?
Si podemos plantearnos algunas de estas preguntas, el tiempo de reclusión (además de los efectos indispensables para evitar la propagación del virus) tendrá un valor adicional. No habrá sido en vano. Se constituirá como un puente que nos permita dar paso a un nuevo paradigma.