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El humor como recurso psicoterapéutico.

Publicado por Lic. Maria V.

Es bien sabido que Freud se ha interesado profundamente en el mecanismo intrínseco del Chiste, tanto como de las demás formaciones del Inconciente.

Para él, los chistes eran, precisamente creados por el Inconsciente y en su contenido había, de modo desfigurado, rasgos de cuestiones reprimidas.

Siguiendo esta idea podemos considerar entonces que el chiste es un modo de elaborar o tramitar lo traumático. Como recurso psicoterapéutico nos permite lidiar con lo indecible del Inconsciente.

El sentido del humor, a modo mas general, está directamente asociado a la resiliencia y a la creatividad.

Nos ofrece modos distintos de hacer, pensar, interactuar, con eso que hemos vivido o que pertenece a la humanidad y que es complejo de asir, difícil de encauzar desde el psiquismo.

El humor es un gran metabolizador de temas asociados a la muerte, por ejemplo. El llamado Humor Negro,  es un tipo de humor directamente abocado a lidiar con la cuestión de la muerte, nada fácil para los seres humanos, únicos seres vivos conscientes de su finitud.

Del mismo modo. el humor trabaja la sexualidad, otro de los temas complejos para el ser humano.

De modo que, como vemos, el sentido del humor nos ofrece la posibilidad de amortiguar la experiencia humana, los puntos oscuros y difíciles de abordar.

Sin embargo, es importante considerar que el exceso de humor puede corresponderse con un uso defensivo de esta facultad.

Cuando el humor es utilizado masivamente, impide afrontar, transitar y experimentar las situaciones dolorosas. Funciona como “pantalla” impidiendo que el sujeto pueda conectarse con la emoción displacentera que experimenta o que por la situación que acontece debería experimentar.

En muchos casos se vuelve prácticamente una formación reactiva. Personas que están contentas, hacen chistes y se ríen todo el tiempo, incluso en momentos difíciles, seguramente ocultan inconscientemente un gran enojo y/o tristeza que, por alguna razón, no pueden exteriorizar.

Así, el sentido del humor se transforma, de un gran aliado, en un mecanismo funcional a la idealización y la negación, impidiendo que la persona transite adecuadamente por sus experiencias vitales, que siempre son complejas. Incluyen momentos alegres y otros difíciles, incluso traumáticos. Y es saludable poder pasar por todas ellas.

El sentido del humor, es un gran recurso que puede colaborar con el desarrollo de herramientas de afrontamiento, desarrollo de la autoestima, y de la autoconfianza en el medio social.

Los niños que crecen en un contexto donde se utiliza frecuentemente el humor, se desarrollan contando con esa capacidad para aplicarla en distintos momentos de su vida, ayudándolos, como dijimos al comienzo, a tramitar situaciones difíciles.

En casos contrarios, si la crianza se desarrolla, por ejemplo, en un medio en el que se suelen dramatizar en exceso todas las situaciones, el niño crecerá con la idea de que un pequeño percance es un caos terrible, teniendo mayores dificultades para afrontar este tipo de situaciones.

Por esto mismo, se considera sumamente beneficioso el sentido del humor como herramienta, siempre y cuando se observe que no esté siendo funcional a mecanismos de base masivos, que impiden que pueda utilizarse este recurso voluntariamente.