El tabú del goce femenino.
La sexualidad femenina en general sufrió y todavía sufre muchos prejuicios y censuras en la cultura patriarcal. La exploración sexual femenina es aún juzgada y evaluada desde una mirada masculina, incluso entre mujeres.
El tema del goce sexual de las mujeres está empezando a abrirse y visibilizarse desde hace relativamente poco tiempo, si bien el feminismo viene trabajando sobre esto desde hace mucho.
Tabú implica algo secreto u oculto, invisible y, a la vez, poderoso. Lo tabú se oculta porque genera miedo. El cuerpo de la mujer y el goce han sido limitados y contenidos en función de una perspectiva masculina. Por eso, durante mucho tiempo la exploración libre de la sexualidad femenina ha sido demonizada. La cultura patriarcal teme al goce femenino, porque no lo comprende, no lo puede catalogar ni analizar.
El tabú del goce excede a lo sexual. A las mujeres se las restringe en el goce, en el placer, en el disfrute en general. Las exigencias en las cuales caen las mujeres en la actualidad recortan y amoldan su cuerpo y sus necesidades a miramientos patriarcales que excluyen todo lo que no les resulte útil o funcional.
La exploración del propio cuerpo y de la propia sexualidad no es puesto en palabras fácilmente. No es algo de lo que se hable, incluso entre mujeres. Es un tema que aún se cubre de un halo de misterio y peligrosidad. Por suerte, en la actualidad hay mucho de esto que se está deconstruyendo y que nos permite trabajar sobre esta invisibilización, en espacios que permiten mayor apertura y posibilidad de intercambiar y construir sobre estos temas.
Las mujeres en esta cultura han quedado tan coartadas de la conexión con su cuerpo y con el goce, que aún deben desafiar sus propias censuras internas. Dependiendo de las generaciones y del nivel de cuestionamiento y deconstrucción que se haya podido llevar a cabo de manera individual, el acceso a una mayor libertad y despliegue en este terreno será distinto. En muchos casos el bloqueo puede llegar a ser tal que se pierda toda posibilidad de disfrute sexual y que se lleve a cabo una desconexión completa de las sensaciones corporales placenteras.
El duro mandato del cuerpo de la mujer con el fin único de la reproducción, que se transmite desde los dogmas religiosos y que está presente en discursos culturales, ha dejado un fuerte daño que se aloja directamente en el cuerpo de las mujeres. Se hace carne, transformándose en muchos casos en abismo. Abismo entre cuerpo y placer. Este abismo se manifiesta, por ejemplo, toda vez que una mujer se disocia en el acto sexual, no disfrutando pero sosteniendo el espacio al hombre que actúa en función de su propio disfrute. El cuerpo de la mujer está en este caso cumpliendo una función exclusivamente al servicio del placer masculino, y no interviene la dimensión del propio goce.
Estamos en una etapa de cambios y de reflexiones activas en relación a estos temas. La sexualidad y las identidades de género hoy más que nunca abren el panorama para pensar desde y por la diversidad, como el único modo posible de vivir en comunidad con respeto mutuo.
Es una oportunidad de visibilizar y reflexionar aún más sobre el goce femenino habilitando a las experiencias diversas y a la comunicación más abierta sobre estetema en los vínculos y en la sociedad toda.