El Valor Individual
Muchos creen que para hacer grandes cosas se necesita mucho dinero, mucha gente y también mucha suerte; pero todos los días leemos noticias que nos muestran que se pueden hacer grandes cosas en el mundo sin tantos recursos y que al enterarnos de ellas nos elevan el espíritu y nos permiten reconciliarnos con la humanidad.
En el mes de Febrero pasado se publicó en un matutino de la Capital Federal, en un lugar escondido de la Sección Educación, una noticia que debería haber aparecido en primera plana.
El maestro José Vedia, a cargo de la enseñanza de Técnicas agropecuarias de la puna Jujeña, que desde hace 24 años enseña cómo hacer una huerta escolar, ha logrado plantar setecientos árboles en un lugar cuya tierra es lo suficientemente árida como para desalentar cualquier cultivo.
No sólo ha mejorado la calidad de la alimentación y la economía de la zona sino que también está transformando la desértica geografía.
Es decir, que un solo hombre logró iniciar un proyecto de reforestación enorme en una zona donde la existencia de árboles puede considerarse casi un milagro.
José Vedia no esperó a recibir ninguna ayuda, ni realizó ninguna huelga para obtener lo que él imaginaba podía hacerse en esos lugares, sino que utilizó sus propias fuerzas y poder de decisión para realizarlo, sin quebrarse por los contratiempos o perder el entusiasmo ante las dificultades, que por las características del suelo deben haber sido muchas e importantes.
La mayoría está acostumbrada a las soluciones rápidas y más fáciles y a los resultados pequeños, porque lo que más cuesta es pensar en grande. Muy pocos están dispuestos a emprender un proceso largo que implique mayores esfuerzos aunque la perspectiva sea más amplia. Vivimos en la inmediatez para obtener satisfacción al instante, y no son muchos los que se atreven a pensar a largo plazo.
El maestro Vedia confiaba en sí mismo, sabía que podía, utilizó todo lo que tenía a su alcance y lleno de ilusiones puso manos a la obra y concretó un sueño que parecía descabellado, beneficiando a muchas personas.
Al mismo tiempo se puso a prueba a sí mismo y logró sus propósitos, que es precisamente lo que tenemos que hacer todos con nuestro potencial; proponernos objetivos y cumplirlos.
Muchos deberían preguntarse cuántos proyectos que hayan tenido podrían haber hecho realidad y sin embargo no los iniciaron por muchos motivos. Los fueron postergando para más adelante y mientras tanto permanecieron tranquilos, viendo pasar el tiempo y la vida a su lado, sólo como observadores pasivos que para mantener el equilibrio y no caer en una depresión adjudicaron su inacción al destino.