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La patologización de las diferencias.

Publicado por Lic. Maria V.

En el mundo actual hay una tendencia bastante marcada a diagnosticarlo todo. Fundamentalmente en Estados Unidos, donde existe un nombre, una categoría y una medicación para casi cualquier conducta que se separe de la norma.

Esta tendencia nos permite pensar en el concepto de Patologización de las Diferencias, que implica que es lo diferente lo que se vuelve una amenaza para la sociedad y por eso, se lo considera una patología, pretendiendo luego “normalizarlo”.

Es importante estar al tanto de estas reflexiones para poder repensar y cuestionar las etiquetas y rótulos con los que se clasifica cada vez más a la personas.

La Patologización de la Infancia se ha extendido como concepto últimamente para hacer referencia al incremento de diagnósticos y medicación en niños, que pone en peligro en gran medida los derechos infantiles, e impide poder pensar muchas de sus conductas como respuestas a condiciones actuales y familiares.

Se considera con frecuencia “patológico” a aquello que se separa de las conductas convencionales, sin tener en cuenta los cambios que la tecnología y la crisis en la institución familiar generan en la sociedad en su conjunto.

Siempre la Diferencia ha generado rechazo. La sociedad se siente amenazada por aquello que se separa de la normativa, simplemente porque amenaza su estructura y su orden.

El deseo de cohesión, de unión e identificación con otros, que posibilita que el ser humano se sienta menos solo, es contrarrestado por personalidades y conductas que difieren de la norma. Por este motivo, a lo largo de la Historia, la diferencia ha sido marginada.

Lo complejo es verdaderamente que la innovación y la evolución han venido muchas veces de la mano de aquellos que se atrevieron a pensar distinto y a quienes no se amoldaron enteramente a la norma.

Patologizar lo disruptivo, nos puede traer consecuencias negativas en cuanto a las posibilidades de crecimiento social y de reflexión respecto a prácticas que están volviéndose obsoletas o perjudiciales.

Actualmente son cada vez más los tipos de Trastornos y Conductas medicables. Cada vez con mayor rapidez se evalúa, se diagnostica y se medica, incluso en casos en lo que no se toma en cuenta condiciones de contexto que fácilmente podrían ser causantes de dichas conductas.

Por eso, se considera fundamental, desde el punto de vista profesional, dedicar el tiempo necesario para identificar y evaluar, no utilizando esos sesgos como recurso inmediato.

En este sentido, hay una profunda crisis de las prácticas en Salud Mental que requieren de cuestionamientos y revisiones.

Identificar conductas con síntomas de manera excesiva e irreflexiva no es la respuesta indicada. E incluso en el caso en que se identifique un síntoma como tal, hay que preguntarse qué función está cumpliendo el síntoma para ese individuo en particular, en lugar de intentar eliminarlo lo antes posible. 

Ese “efecto pastilla” que implica la tendencia a querer anular toda conducta conflictiva o padecimiento de modo automático, condiciona la posibilidad de desentrañar el mecanismo de fondo y poder llegar a resultados duraderos que no impliquen ese grado de dependencia.

Por supuesto que lo que aquí se plantea no implica negar de modo absoluto la importancia de los diagnósticos y la medicación que ayudan a realizar el tratamiento adecuado en gran cantidad de casos. Pero se señala la importancia de hacer esto con cautela y nunca perdiendo de vista el caso por caso, permitiendo evaluar a cada sujeto en su singularidad.

El concepto de “patologización de las diferencias” es un modo de visibilizar mecanismos actuales tendientes a la normalización y a evitar todo aquello que altere o perturbe al sistema.

Muchos de los casos que se observan como Patologías, son, en realidad, rasgos de individuos que no se adecuan a la norma, y que amenazan a un sistema que ciertamente deberíamos cuestionar.