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Las emociones y sus efectos en el cuerpo

Publicado por Lic. Maria V.

El cuerpo nos transmite constantes indicios de cómo nos sentimos. Aunque frecuentemente no les prestemos atención y sigamos con nuestra rutina como si nada pasara.

En general, el cuerpo va manifestando mediante molestias, dolores o diversas manifestaciones cuando algo no nos gusta o no nos hace sentir cómodos. Nos da señales o avisos, que de no ser escuchados aumentan en intensidad.

Por eso y, en tiempos en los que detenerse a observar lamentablemente no es frecuente, se nos suelen pasar por alto muchos de estos avisos o señales, teniendo que llegar a estados en los que el cuerpo sufre con mayor gravedad.

Todo lo emocional y psicológico influye en el cuerpo y  todo lo que le ocurre a nuestro cuerpo también nos impacta emocionalmente. Mente y Cuerpo no puede estar divididos, ni mucho menos llevar tratamientos por separado.

Las miradas y enfoques holísticos plantean una suerte de integración de todos los aspectos de la vida de una persona que con frecuencia se disocian en el ámbito de la salud

La psicología tiene un gran aporte que hacer con respecto a enfermedades y dolencias corporales. No sólo en relación a enfermedades específicamente consideradas psicosomáticas, sino con cualquier dolencia física que sufra un paciente en particular.

Las enfermedades y dolencias tienen ciertos orígenes y predisposiciones orgánicas: hereditarias, congénitas,a  genéticas. Pero a la vez, estas están imbricadas con aspectos emocionales, psicológicos individuales y transgeneracionales, y esto amerita que nos preguntemos acerca de que función cumple esa enfermedad o dolencia, por qué ha llegado en ese momento en particular y cuál es su trasfondo.

Desarrollar un conocimiento sobre los mensajes de nuestro propio cuerpo nos permite transformarnos en agentes de nuestra propia sanación, en lugar de volvernos meros objetos pasivos a ser curados solamente gracias a los conocimientos de un profesional.

Somos nosotros mismos los mas indicados para asociar un dolor físico con un momento en particular de nuestra vida, para observar si estamos sufriendo algún estrés o si traemos asuntos sin resolver que puedan estar trayéndonos ciertas consecuencias.

Las personas, en temáticas de salud, con frecuencia buscan disociarse, excluir su participación en la cuestión. Hacer que el otro lo resuelva, con su supuesta sabiduría profesional.

Tanto al médico como al psicólogo con frecuencia se le delega la absoluta responsabilidad por saber lo que le ocurre al paciente y resolverlo. En realidad, no podemos mantenernos al margen de estos procesos.

Se trata de nuestro cuerpo y de nuestras emociones, y tenemos que poder indagar en ellas para conocer más los ciclos y los mensajes que nos envía. Socialmente no nos preparan para hacerlo. Actualmente se impulsa a las personas a orientar su energía al exterior, al trabajo, la casa, los logros económicos, los hijos, la pareja.

Hay un déficit muy profundo de autoconocimiento en todo sentido; de registro de uno mismo, de observación de nuestro cuerpo y de cómo nos hacen sentir las situaciones que vivimos.

Afortunadamente hay una búsqueda muy intensa que contrasta esto y que se está iniciando hace ya bastantes años. Prácticas alternativas y técnicas como la meditación, el yoga, el reiki, la bioenergética y el auge ya desde hace mayor tiempo de las terapias psicológicas, entre muchas otras, ayudan a conectarnos con lo que nos pasa, permitiéndonos hacernos responsables de nuestro sufrimiento.

Nuestra participación en lo que nos aqueja es fundamental. Tanto con un síntoma psicológico como físico. Cuanto mayor sea el conocimiento que tengamos sobre nuestros mecanismos y atendamos a lo que nuestras emociones y nuestro cuerpo nos marquen, mayor será nuestra posibilidad de cambio.