Las Relaciones Humanas
Nuestra existencia está basada en la relación y la verdadera relación significa estar unidos con el cuerpo, la mente y el espíritu.
La corrupción empieza cuando no hay relación verdadera, porque los individuos están interiormente fragmentados, piensan una cosa, hacen otra y dicen otra también diferente. La relación humana actual está disociada; cada uno vive encerrado en su propia ambición. Las personas son imágenes que parecen una cosa pero que son otra y esta crisis no está en el mundo externo sino en la conciencia individual.
Pero esta realidad puede cambiar.
Todos buscamos seguridad psicológica, cada cual dependiendo del otro para su comodidad, para su placer, para su necesidad de compañía. Nos sentimos solos, aislados y necesitamos afecto y estima; pero al mismo tiempo cada uno trata de dominar al otro.
Si hay un proyecto común las personas pueden mantenerse unidas, pero eso no es relación. Estar relacionado significa no depender el uno del otro, no escapar de la propia soledad a través del otro, no tratar de encontrar satisfacción o compañía por medio del otro. En definitiva no usar al otro como un objeto para los propios fines.
Una mente que es competitiva, ambiciosa, que está siempre comparando, imitando, no puede tener una relación verdadera. Porque en el momento que está comparando siente envidia, celos, ambición, deseos de sobrepasar al otro, creando conflicto.
Relacionarse significa que no hay separación, dominio ni actividad egocéntrica. De otro modo la vida nos resulta vacía y sin sentido.
Para descubrir el sentido de la vida debemos también comprender el significado de la muerte ahora; porque la vida y la muerte son como las dos caras de una misma moneda. Morir psicológicamente hoy sería para nosotros el fin de la ambición, y eso es lo que va a ocurrir cuando nos llegue la muerte física.
Cuando uno muere de verdad debe poner fin a todo sin un solo argumento porque ya no hay tiempo para terminar nada.
Se puede descubrir entonces así como vivir el ahora, poniendo fin a todo conocimiento acumulado, los recuerdos, las experiencias, las ofensas, las comparaciones, cada día, de manera que al día siguiente la mente esté fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, porque ya no asocia más sus viejas imágenes con los acontecimientos.
Entonces tampoco hay miedo porque cada día es nuevo; y la mente adopta un estado atemporal, al saber qué significa morir cotidianamente para todo cuanto estuvo acumulando durante el día.
Recién allí florece el amor, la bondad, la comprensión de lo que es y la verdadera compasión.
Esa es una relación, cuando se puede compartir, porque sólo se puede compartir la verdad, mirando al mundo sin comparar y sin juzgar.
Además, es importante entender que las relaciones humanas no son estáticas, sino dinámicas y en constante cambio. Cada interacción que tenemos con otra persona puede alterar la relación, ya sea para bien o para mal. Por lo tanto, es crucial ser conscientes de nuestras acciones y cómo pueden afectar a los demás.
Las relaciones humanas también se basan en la reciprocidad. Esto significa que cada persona en la relación debe dar y recibir de manera equitativa. Si una persona siempre da y la otra siempre recibe, la relación puede volverse desequilibrada y potencialmente dañina.
Además, las relaciones humanas requieren comunicación efectiva. Esto implica no solo hablar, sino también escuchar activamente a la otra persona. La comunicación efectiva puede ayudar a prevenir malentendidos y conflictos, y puede fortalecer la relación.
Por último, las relaciones humanas requieren empatía. La empatía es la capacidad de entender y compartir los sentimientos de otra persona. Cuando somos empáticos, podemos conectar con los demás a un nivel más profundo y significativo.
Del Libro «La Raíz del Conflicto» El Despertar de la Conciencia, Volúmen I – Fundación Krishnamrti Latinoamericana- Editorial Sirio Argentina.