Las Tradiciones
Las tradiciones son los conocimientos, leyendas, mitos, doctrinas, hechos y costumbres que se han transmitido de generación en generación durante largos espacios de tiempo, enlazando el pasado con el presente y el porvenir.
Es la continuidad de ideas e instituciones en la vida de los pueblos, heredadas de padres a hijos, que pueden relacionarse con la religión, con la ciencia, con el arte, con la política, etc.
La tradición es un elemento característico de todas las religiones proféticas surgidas por revelación.
Los principios ideológicos clásicos en que se basa la tradición fueron la mitología, la filosofía y la religión como un intento de mantener el orden social, los valores y la moral de los pueblos. Sin embargo es un hecho que las tradiciones no han alcanzado para mantener esos valores.
Hoy en día, los seres humanos, sin distinción de credos, se atreven a cuestionar las tradiciones de sus ancestros y deciden intentar otros modos de ver la realidad que incluya también su dimensión espiritual, sin seguir el mandato de sus mayores.
Una conciencia más alta de sí mismos, más una mayor oportunidad de acceder a todo tipo de información, hace que este fenómeno se observe en todas las latitudes.
Lo interesante de esta circunstancia es que en muchos casos, una vez que han incursionado por las principales doctrinas de pensamientos, la gran mayoría se decida a volver a sus propias raíces, dándose cuenta que el análisis profundo de las distintas corrientes religiosas deja al descubierto una verdad común que trasciende las formas.
Pero este cuestionamiento no ha sido en vano, al contrario, significa un cambio de actitud sumamente valiosa y evolutiva. Ya no se trata de creer ciegamente por tradición sino que se logra aprender a creer por convicción.
Un Cuento para Pensar
Los Onas
A orillas del fin del mundo, hace muchos años, vivía en condiciones muy difíciles un grupo humano muy primitivo, soportando con mucho coraje y valentía la violencia permanente del viento y las bajas temperaturas.
Eran pocas familias con muchos hijos, porque gran parte de ellos no alcanzaba la madurez debido a las enfermedades y el frío.
Sin embargo, amaban la vida en esos parajes y sus tradiciones, porque era la bella tierra donde habían nacido, donde yacían sus muertos y donde estaban sus raíces.
Nunca pensaron en trasladarse a otros lugares a pesar de los rigores del clima porque habían aprendido a hacerles frente; y el desafío permanente con los elementos formaba parte de sus vidas.
Todos los días, Otenka y Yanato, que tenían varios hijos que alimentar, salían en su bote para pescar.
Como todos los demás, antes de salir rezaban sus oraciones entre todos mientras encendían el fuego en sus embarcaciones que los protegería del frío durante la navegación.
Eran unas cuantas canoas que emprendían el viaje todas las noches; y se podían ver desde lejos como luciérnagas sobre el agua, mientras sus ocupantes tendían las redes.
Pero esa noche, el silencio sólo era interrumpido por el silbido de un viento helado que pronosticaba una tormenta.
Otenka y Yanato alcanzaron a ver bajo el agua sus redes repletas de peces y a pesar del mal tiempo, no quisieron emprender el regreso sin recogerlas.
Una verdadera borrasca se desató ni bien el resto de los botes llegó a la orilla, pero todos quisieron quedarse para esperar el regreso de la única canoa, que todavía se empeñaba en permanecer en el agua.
Cuando vieron desaparecer a los lejos la tenue luz del fuego de la embarcación que esperaban, acostumbrados a las tragedias, cada uno se encaminó a su tienda con resignación y esa noche nadie durmió en la aldea presagiando el drama.
Cuando casi a la madrugada piadosamente amainó la tormenta y ya estaban los hombres preparándose para intentar la búsqueda, una luz de esperanza apareció en el horizonte. La silueta recortada en el horizonte de la canoa perdida se acercaba lentamente repleta de peces.