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Maternaje y autocuidado.

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué es verdaderamente el Autocuidado, del que tanto escuchamos hablar últimamente? Y, ¿qué significa el concepto de Maternaje?

Ambos términos, que se han expandido mucho en el último tiempo en el discurso popular, deben ser analizados tanto individualmente como en interrelación, para comprenderse de modo más integral.

El autocuidado tiene relación, como su nombre lo indica, con la capacidad de cuidarse a uno mismo. Este rol de protección, compasión y atención hacia las propias necesidades implica desempeñar un rol de maternaje. Con frecuencia se entiende el concepto de «maternar» en relación a la crianza, o al rol materno dentro del ámbito familiar. Pero lo que realmente implica es una posición, una función que puede desempeñarse de múltiples maneras (independientemente del género de quien lo asuma, y de a quién o a qué vaya dirigido).

El rol de maternaje implica una función nutricia, protectora, compasiva, que es la que permite cuidar, gestar, sostener, ayudar a crecer y a desarrollarse a ello que se encuentra bajo su cuidado. Su función es la de poder registrar las necesidades y poder atender a ellas, siendo contenedora, fundamentalmente desde lo emocional. Implica también la capacidad de gestar y desarrollar ideas y proyectos, por ejemplo.

El autocuidado implica poder desempeñar esta función hacia uno mismo. La parte nuestra que pueda ejercer el rol de maternaje, si está lo suficientemente desarrollada, podrá velar y cuidar a otras partes que se sientan vulnerables o desprotegidas.

(Imagen: Paru Ramesh)

Es muy difícil poder desarrollar esta capacidad de autocontención y autocuidado si no fue experimentada con los primeros vínculos de amor. Incluso aunque las necesidades básicas hayan estado cubiertas; la presencia y contención emocional son las verdaderamente relevantes en este sentido.

Por ejemplo, una madre que no ha sido contenida emocionalmente, difícilmente pueda contener emocionalmente a su hija o hijo. Y esta carencia comienza a transmitirse generacionalmente muchas veces sin poder ser registrada.

Es muy significativo el cambio que se está dando actualmente respecto a los modos de crianza: el desarrollo del maternaje y las redes de apoyo para madres (tribus). Esto, junto al  trabajo terapéutico adecuado permitiría romper con esas cadenas de transmisión inconsciente.

De modo que el autocuidado, a la luz de la función de maternaje anteriormente descrita, cobra otra relevancia. 

Hablar de autocuidado implica un espectro sumamente amplio, no significa solamente poder cuidar la alimentación y los aspectos relacionados con la salud, o la estética (de hecho estos pueden terminar siendo funcionales a la autocensura y la autocrítica).

La verdadera esencia del autocuidado atañe específicamente al registro y a la contención de las propias necesidades y emociones, a un nivel mucho más profundo.

Implica, entre muchas otras:

  • Ser compasivos y no presionarnos cuando estamos pasando por un momento difícil,
  • Poder darnos tiempo para disfrutar de actividades de ocio,
  • Poder frenar las autoexigencias cuando el cuerpo muestra signos de tensión, cuando ya no podemos concentrarnos, o cuando nuestras emociones piden «tiempo fuera».
  • Disminuir la autocrítica cuando estamos desempeñando o intentando iniciar algo que realmente deseamos hacer.
  • Ser empáticos con nosotros mismos, aceptar nuestras emociones y ofrecerles espacio libre de juicio.
  • Responder a nuestras necesidades o a cualquier señal que se exprese, aún- y mas aún- cuando sea disfuncional o nos impida seguir siendo productivos.
  • Proporcionarnos tiempo creativo de calidad, que no quede necesariamente relegado a los pequeños momentos que se ubican entre ocupaciones.
  • Atender a situaciones potencialmente riesgosas, y no exponernos impulsivamente.
  • Cultivar los propios intereses, y crear las condiciones para crecer.

Trabajar estas cuestiones en un espacio terapéutico, es la mejor manera de desentramar la historia particular de cada persona, que cuenta con especiales características.