¿Por qué necesitamos sentir pertenencia?
La mayoría de los seres humanos experimenta la necesidad de sentirse parte de algo: una familia, un país, una tribu urbana, una comunidad. Incluso quienes optan por vivir en el aislamiento suelen considerarse «parte» de un movimiento que elige ese modo de vida.
Esto se debe a que la soledad profunda, esa que no te vincula con nadie ni siquiera desde el punto de vista simbólico, es sumamente atemorizante. Se asocia a la desaparición y a la muerte. Por eso, tratamos de unirnos mediante trazos que nos agrupan, es una forma de ser reconocidos en nuestra existencia, de ser aceptados y valorados por otros. Esto es esencial para la supervivencia.
Por reconocidos estudios sabemos la importancia del cariño, el contacto físico y el reconocimiento por parte del cuidador o cuidadora hacia el bebé. Este no necesita solamente cuidados biológicos: comer, ser bañado y dormir. Sino que también necesita del contacto emocional. Según los estudios se observó que los bebés que no lo recibían, se debilitaban y morían. Sabiendo esto, tenemos presente lo esencial que es para el ser humano ser reconocido por un otro, incluso desde los primeros momentos de vida.
La pertenencia es aquello que a lo largo de la vida nos va a ayudando a construir nuestra identidad. Sentir pertenencia en la propia familia es importante, porque implica que somos reconocidos como miembros y eso en cierto punto nos dignifica y nos valida. Las personas que crecen en familias muy disfuncionales y que no viven esta experiencia, suelen sentirse a menudo perdidos, aislados, no pertenecientes a ninguna parte, extraños, ajenos y sin lugar a donde recurrir. El lazo inicial no se ha podido construir, y ese lao representa en cierto aspecto el lazo con la vida y con la posibilidad de crecer y lograr cosas a futuro.
Este lazo, sin embargo, tiene muchas oportunidades de reconstruirse. En la adolescencia, el grupo de pares cumple una función primordial en este sentido. Se transforma en el punto de referencia, el espejo mediante el cual el o la adolescente irá construyendo su identidad. Sentirse parte de un grupo es, en esta etapa, esencial. Los demás devuelven lo que perciben de uno, es una manera de contrastar cómo somos y pensar en cómo querríamos ser.
El sentimiento de pertenencia se asocia con la autovalidación ya que todo registro que logramos de nosotros mismos proviene de la manera en que otro pueda espejarlo. Esto ocurre desde los primeros momentos de vida, sentimos que existimos porque esto se ve reflejado en el rostro de nuestras madres, padres o cuidadores. La sensación de existir, tiene relación con el vínculo con los demás. La pertenencia viene a confirmarnos esto. «somos parte de esto, por lo tanto somos reconocidos y validados».
En muchos casos la pertenencia a un grupo social es tan determinante que la persona no logra desarrollar un sentimiento de autovalidación y busca ser definida y reconocida exclusivamente a partir de esto. A veces se genera gran confusión al pensar que la pertenencia a tal o cual grupo es nuestra identidad toda, tapando e invisibilizando nuestra singularidad. Esto es un problema porque de este modo nos masificamos, perdemos nuestra individualidad.
La pertenencia es aquello que nos une a otros, y por tanto, nos hace sentir menos solos. Sin embargo la unión es tan importante como la separación. Poder distinguir qué nos une y, a la vez, qué nos diferencia de otros, para poder llevar adelante el propio camino.