Practica la velocidad lectora
Invertimos una cantidad de minutos considerable a lo largo del día en leer. Revistas, periódicos, libros, correos electrónicos, información en internet, o mensajes en las redes sociales, por poner algunos ejemplos, se hallan bajo nuestra mirada continuamente. El saber está a nuestra entera disposición y aprender algo nuevo cada día depende de nosotros. Eso sí, nos resultará menos costoso y más apetecible si nuestra velocidad de lectura es eficaz.
Leer fluidamente, con cierta rapidez, sin que nos produzca una sensación de empeño desmesurado nos conduce a progresar hacia aprendizajes importantes y gratificantes para distintas áreas de la vida. Indudablemente, la lectura veloz por sí sola no puede provocar ese efecto. Pero si viene acompañada por un nivel de comprensión considerable, una capacidad de recordar suficiente y una utilización del material leído, seguramente tu triunfo estará asegurado.
Como toda habilidad que queramos mejorar, adquirir velocidad lectora precisa de un entrenamiento no exento de dificultades ya que necesitamos modificar ciertos vicios lectores profundamente instalados en nuestro cerebro, de manera que se activan de forma automática. Habremos de traerlos a la consciencia para poder intervenir sobre ellos.
Al percibir un texto de manera integral, es decir, advertir las palabras por grupos, lo que se está produciendo es una correspondencia entre las mismas, entendiendo pues el texto en su conjunto, no haciendo hincapié en el significado individual de cada palabra. En consecuencia, son las frases las unidades mínimas de análisis más relevantes. Sin embargo, el significado se derivará de la correcta lectura del párrafo, pues dentro de él se ha de descubrir la idea fundamental y las palabras clave.
Asimismo, se requiere un adiestramiento visual que nos permita deshacernos de la lectura silábica o por palabras para dominar un tipo de lectura más global. Cuando los movimientos oculares al leer son suaves y armoniosos suele ser signo de una lectura eficaz que no realiza regresiones o relecturas. Por tanto, tendremos que ampliar nuestro campo visual para tener una perspectiva completa sobre la que apoyaremos la comprensión.
Un ejercicio muy útil se basa en abandonar la visión sobre la palabra y trasladar el punto de fijación a un punto situado encima de la palabra tomando como referencia el interlineado, y al centro de la palabra. Lo que se conoce como «lectura espacial». Al principio, te enfrentarás a las dificultades propias de cualquier acto que no se encuentra dentro de nuestros hábitos, pero siendo constante, pronto advertirás tus avances.
Al conseguir una lectura rápida y eficaz, tu nivel de concentración aumentará lo cual te protegerá de posibles distracciones que te impidan mantener la atención en la tarea. Es frecuente que un lector experto realice «saltos visuales» de secciones del texto que no son de su interés o que no considera relevantes. Ésto es una gran ventaja para economizar tiempo, sobre todo cuando se trata de estudiar.
Pero el mecanismo imprescindible para mejorar la velocidad lectora es, claramente, la práctica. Se trata, de nuevo, de una actividad para la que debemos presentar nuestro lado más proactivo, nuestra capacidad de trabajo y de superación.