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¿Qué es la musicoterapia?

Publicado por Lic. Maria V.

La musicoterapia, como su término mismo lo indica, refiere a la implementación de la música como medio terapéutico. Las formas en que esto puede realizarse son múltiples como así también el contexto y el sujeto que con el que se trabaja.

Los efectos terapéuticos de la música se conocen desde hace mucho tiempo atrás. La música, en su aspecto expresivo, está presente en el seno de los pueblos primitivos, siendo en muchos casos los cantos, la percusión y posteriormente la creación de instrumentos parte fundamental de su cultura. La música suele formar parte de los rituales e implica un modo de comunicación más espiritual y profundo.

Se hace una distinción entre las musicoterapias receptivas y las activas. Las primeras hacen énfasis en la audición musical como modo terapéutico y las segundas en la producción.

Según el arteterapeuta Jean Pierre Klein, ya en el siglo XIX se elogiaban los poderes curativos del escuchar música. Esta tenía la potencialidad de excitar las emociones o producir tranquilidad. Se conoce el efecto de la música en los bebés y ya durante el embarazo, por ejemplo. Y en casos de pacientes con gran excitación puede funcionar como medio para inducir la calma.

Según este autor hay terapias como la del ingeniero en sonido J. Jost que crean un programa en el que prescriben  distintos tipos de música buscando un efecto determinado en el sujeto. En cada sesión se prescriben tres cortos extractos de distintas obras. El primero que corresponde al estado en el que esté el sujeto, con la finalidad de producir cierta catarsis. El segundo funciona neutralizando esa emoción, y el tercero orienta hacia la dirección deseada.

La musicoterapia activa, según el modelo de Benenzon, se puede aplicar de manera individual o grupal e incorpora distintas formas de producir sonidos como modo expresivo y comunicativo. Se alternan percusiones corporales, incorporación de lenguaje, percusiones instrumentales, improvisaciones, etc. La música se transforma así en una producción comunicativa que no precisa de lo verbal, hundiéndose en raíces más profundas y permitiendo que aflore el mundo emocional. En pacientes con serio compromiso del lenguaje, por ejemplo, es una vía sumamente rica para la expresión y la creación vincular.

A través de la música se arma lazo y vínculo con el otro. Pregunta y respuesta, sin necesidad de hablar. Y este intercambio en sí mismo tiene efectos terapéuticos.

El trabajo con la voz es también interesante en este contexto. La vocalización es un modo expresivo que nos transporta a los primeros momentos del bebé en el mundo. El llanto, los sonidos guturales, la experimentación que el infante va transitando previo a la adquisición del lenguaje. Implica volver a conectarse con esta posibilidad comunicacional, que apela además al otro como receptor e intérprete de ese mensaje.

La música forma parte de la cultura humana desde tiempos ancestrales. Darle un lugar desde el punto de vista terapéutico es reconocerla como producción y creación fundamental para la existencia humana, devolviéndole la participación que le corresponde.

Si concebimos a la salud como integral, esto incluye el desarrollo creativo y espiritual, incluye aquello que forma parte de nuestra humanidad, recursos expresivos que ontogenética y filogenéticamente forman parte de nuestra existencia desde el origen.

La música se transforma así en un nexo, vínculo, herramienta transformadora, subjetivante. Producción y percepción sutil que comunica más allá de las palabras y que nos conecta con nuestra herencia cultural, haciéndonos partícipes de algo colectivo, a la vez que nos permite individualizarnos, expresarnos subjetivamente.