Reparar carencias de la infancia.
¿Qué significa poder «reparar» desde el punto de vista psicológico? ¿Es realmente posible?
Muchas teorías que parten de la importancia de los vínculos afectivos en la primera infancia, se han desarrollado entorno a la sanación o reparación de estos primeros vínculos.
A partir de la Teoría del Apego de Bowlby (entro otros), muchos autores estadounidenses desarrollaron teorías que plantean el «Reparenting», un método que propone desarrollar los atributos de cuidado parentales hacia uno mismo con fines reparadores.
Es muy importante abordar esta cuestión porque, como sabemos, los conflictos psicológicos tienen generalmente origen en la infancia y poseen especial relación con los primeros vínculos de amor.
Los niños reproducen y manifiestan problemáticas no dichas o no resueltas de los adultos y de la totalidad de la dinámica familiar.
Por este motivo no es extraño que arrastremos problemáticas que provienen de generaciones anteriores, sin que muchas veces comprendamos el origen o la razón en la manifestación de muchos de estos síntomas.
Las teorías «reparadoras», sostienen que se pueden desarrollar herramientas y estrategias para solventar esas carencias, a diferencia de otras teorías que proponen aprender a vivir con eso que falta y que, en cierto modo, siempre va a faltar.
Lo interesante de pensar en «reparar aquello que no estuvo» es el énfasis en la capacidad del ser humano para cambiar y transformarse. De otro modo el peso de lo acontecido en la infancia puede constituirse en un sello a fuego, una marca o estigma que la persona arrastre creyendo que de algún modo eso lo condenará de por vida.
Si bien sabemos que todo lo acontecido en la infancia tiene un peso clave y es muy significativo en el desarrollo de un individuo, es importante recalcar la capacidad resiliente del ser humano, y sus posibilidades de cambio.
Lo que acontece en la infancia de un individuo es lo que es. No podemos volver el tiempo atrás, cambiar a quienes intervinieron ni sus decisiones. La aceptación del pasado es el primer paso para poder trabajarlo. Aceptar lo que aconteció implica poder mirar nuestra historia en sus luces y sombras, observando las cosas buenas y también aquellos aspectos sombríos: situaciones traumáticas, abusos, carencias afectivas, o todo aquello que necesitamos y que, por alguna razón u otra, no estuvo.
Los padres, madres y cuidadores son personas, atravesadas por sus propios asuntos inconscientes, y traumas no resueltos. No son perfectos y algo siempre se transmite a las generaciones siguientes.
Reparar no implica negar que eso aconteció, sino desarrollar y trabajar sobre esas carencias. Visibilizarlas y a la vez contextualizarlas a la luz de las nuevas herramientas con las que cuenta el sujeto.
La noción de «Reparenting», puede sonar un poco extrema. Por eso es importante intentar revisarla. Las madres, los padres y cuidadores fueron o son los que son; el individuo puede más bien desarrollar nuevas formas de vincularse con sus partes infantiles que, de algún modo hayan sufrido carencias, abusos o desencuentros.
El mismo proceso de recorrer la historia personal desde una perspectiva analítica y con la finalidad de resolver asuntos inconclusos o traumáticos, ya es reparador en sí mismo.
La psicoterapia debe acompañar estos procesos, guiando y facilitando este camino, sosteniendo el espacio en el que búsqueda y cambio se ponen en juego, habilitándolos.
El pasado y la historia personal nos influye pero no nos condena. Podemos trabajar en nuestra historia, y reparar o transformar lo traumático.