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Somatización en tiempos de crisis.

Publicado por Lic. Maria V.

La asociación entre estrés, crisis y determinadas dolencias físicas es sumamente estrecha. Estamos habituados a mencionar la somatización como algo frecuente.

Sin embargo, tenemos que poder reconocerla y distinguirla de otros aspectos que pueden estar en juego.

El cuerpo manifiesta síntomas en muchos casos en los cuales no estamos pudiendo frenar o decir algo con palabras. El estrés tiene una vía directa de manifestación en lo corporal, y suele hacerlo con síntomas frecuentes y característicos. A veces, podemos observar con claridad cuando entramos en ciertos círculos de dolencias y problemas de salud recurrentes. Sobre todo cuando se trata de síntomas que persisten, o que no tienen una clara explicación desde el discurso médico.

La palabra Somatización implica a su raíz Soma. El soma es el cuerpo. Es muy frecuente observar el dualismo Psique-Soma sobre todo en contextos asociados a la Psicología y al Psicoanálisis. Si bien esa separación nos puede ayudar a estudiar y a comprenderlos por separado, sabemos que ambos aspectos se hallan interrelacionados y no pueden existir sin su contraparte. 

Así, el cuerpo está atravesado por el psiquismo y muchos síntomas psicopatológicos asientan en el cuerpo, por más que no impliquen un compromiso orgánico. Esto es lo que Freud en su momento descubrió a través de los síntomas histéricos. El cuerpo estaba comprometido pero no en su aspecto orgánico: ¿Cómo podría ser esto posible? Así, se descubre la existencia del Inconsciente, y de la complejidad del psiquismo humano.

Cuando hablamos de somatizar entonces, ¿A qué hacemos referencia? Somatizar es un verbo que nos está diciendo que algo pasa al cuerpo, que estamos transformando algo de un terreno a otro, pasándolo del terreno Psíquico al terreno del Soma. 

Para hacer las distinciones pertinentes podemos pensar que somatizamos toda vez que el cuerpo se vea afectado a raíz de un aspecto psíquico-emocional.

En situaciones de crisis cuando mucho de lo que nos pasa no puede ser aún elaborado o metabolizado ni puesto en palabras, pueden comenzar a manifestarse síntomas en el cuerpo. Son frecuentes las bajas defensas, los dolores de cabeza o de panza, las contracturas musculares. Por lo general son molestias y dolencias recurrentes y variadas o que se suceden unas a otras.

A diferencia de estas, hay enfermedades con fuerte componente psicológico que se denominan Psicosomáticas. Son enfermedades en las que se unen significativamente ambos aspectos y en las que aparece el cuerpo orgánico afectado.

El cuerpo, en tiempos de crisis más aún, habla por nosotros. Y manifiesta a través de síntomas o dolencias el estrés que estamos atravesando y que, de algún modo u otro, no puede permanecer en el terreno psíquico, manifestándose directamente en el cuerpo.

Escuchar estos síntomas, leyéndolos desde una mirada integral, nos pueden ayudar a tomar decisiones importantes en cuidado de la salud. Consultar a profesionales, frenar ritmos de exigencias que quizás sostenemos sin registro y dar cambios de 180 grados todas las veces que sea necesario para ayudarnos a afrontar momentos difíciles.

El cuerpo habla. Expresa y tramita, a su modo, lo que nos ocurre. Darle lugar y observar lo que manifiesta de modo integral -y no solamente como un simple síntoma o enfermedad- nos permite tener una visión más completa de cómo somos.