La depresión
La depresión puede ser un estado emocional circunstancial debido a la dificultad de una persona para elaborar una pérdida o bien puede tratarse de una Psicosis grave.
La diferencia es el grado de los síntomas depresivos, como el insomnio, o mucho sueño, desaliño en la vestimenta, desaseo personal, falta de interés, lentitud en los movimientos, pesimismo, culpa, falta de esperanza, baja autoestima, aislamiento y por otros factores muy importantes como las ideas de suicidio, los delirios paranoicos y cambios significativos en la conducta habitual del paciente.
Ante un diagnóstico de depresión es importante la derivación al psiquiatra, dado que una persona con depresión puede suicidarse.
Hace algunos años se presentó en mi consultorio una señora que ni bien se sentó frente a mi escritorio comenzó a llorar desconsoladamente.
Había sufrido la pérdida de una hermana que vivía con ella luego de una penosa enfermedad y no hallaba consuelo.
Le pregunté cuánto tiempo hacía desde su desaparición y ante mi asombro me contestó que hacía diecisiete años.
Ahora bien, el duelo de alguien próximo, produce un estado de tristeza razonable durante un año; y hasta dos años puede considerarse normal. Luego de ese período es considerado psicológicamente patológico. Es decir que el deudo no logra enterrar emocionalmente al muerto, es decir, elaborar emocionalmente la pérdida e integrarla a su identidad para poder seguir viviendo normalmente su vida sin esa persona.
Detrás de toda dificultad de adaptación a una pérdida existe un sentimiento de culpa. Por eso le pregunté cómo era la relación con su hermana.
En un principio me dijo que eran muy unidas y que se amaban, pero luego de poco tiempo, llorando, pudo mostrar un gran sentimiento de hostilidad reprimido debido al gran esfuerzo que había significado para ella su atención durante mucho tiempo, habiendo renunciado a muchas cosas durante su enfermedad y habiéndose desvivido por ella.
Le señalé que si los sentimientos de hostilidad son muy fuertes y no se expresan, cuando la persona enferma fallece, suele aparecer un sentimiento de culpa en quien la cuidó con tanto esmero.
Esta culpa puede estar vinculada a la sospecha de que el deceso se haya producido en definitiva por su deseo de verse por fin liberada de tener que cuidarla.
Todos creemos que lo que nos pasa es único y que nadie en el mundo comparte la misma desgracia. Sin embargo, es muy común ver cómo las personas no pueden enterrar a sus muertos.
El que no sabe de estas cosas puede pensar que se trata de un gran amor que no se olvida y como podemos apreciar es en realidad un gran odio que no se perdona.
Si no nos reconciliamos con las personas que queremos antes de irnos a dormir, puede quedar en la conciencia un remordimiento que provocará irremediablemente la necesidad de una reparación que nos produzca sufrimiento.
Podemos llegar a ser muy crueles con nuestras reparaciones; desde un dolor irreparable como en este caso en particular, hasta una enfermedad penosa.
Es necesario perdonar todo a todos los que de algún modo nos han hecho sufrir y además tenemos que perdonarnos a nosotros mismos las que creemos que han sido nuestras faltas, porque todo es lo que creemos.