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Caso Dora y Depresión

Publicado por Betina Ganim

entarada en analisis

He comenzado la semana pasada a introducir el tema de la «depresión » en las neurosis; es decir, cómo aborda el psicoanálisis a la depresión (esa categoría psiquiátrica que se ha extendido al decir popular y cotidiano)

Con Freud, o desde Freud podemos empezar a pensar esta cuestión a partir el Caso Dora, en el cual tenemos como rasgo de su presentación cierta desazón, que el padre de la paciente le advierte a Freud, antes de que Dora diga algo acerca de su propio malestar.

Pero podemos ver en el caso, que Freud no aborda ese estado de desazón como un signo de la enfermedad de Dora: es decir, no lo aborda como un síntoma que hay que descifrar. Solo lo menciona cuando trabaja las «ideas hipervalentes»: Dora comentaba que no podía dejar de pensar en la relación que su padre mantenía con una vecina/amiga de la familia, la Sra K.

Freud sostenía que tales pensamientos no podían ser abandonados conscientemente, a pesar del esfuerzo «de voluntad consciente», podríamos decir. Sino que Freud agrega que la única presentación sintomática puede ser muchas veces estas ideas acompañadas de una desazón profunda.

En este punto podríamos preguntarnos por qué Freud se encarga de diferenciar tales ideas ( a las que les da un estatuto sintomático) del afecto que las acompaña (desazón). O más bien la pregunta sería por qué Freud no aborda esta desazón como un síntoma, tal como él lo entendía y abordaba en su momento.

Bien, en un texto posterior de la obra freudiana «Inhibición, síntoma y angustia», Freud da la propuesta de pensar los estados depresivos así como la melancolía, en el sentido de las inhibiciones generales del Yo. Esto es, en relación al gran esfuerzo que se le requiere al Yo para mover grandes cantidades de energía para tramitar un duelo, para hacer el trabajo del duelo o de cualquier conflicto afectivo que necesite de retirar la libido de varios lugares a la vez, así como disponerlos en otro sitio.

En Dora, el trabajo analítico que se transmite del caso, estaría ligado al tratamiento de esas ideas hipervalentes relacionadas con el conflicto afectivo que la afectaba. La depresión, en este caso tenía el estatuto de ser el afecto que acompaña la tarea de refrenar las fantasías sexuales que afloraban en relación a dicho conflicto (la relación entre la vecina y su padre, de la cual su madre era ajena, y de la que ella participaba)

Podemos decir entonces que Freud no se ocupó de esta desazón de Dora, porque lo tomaba como una simple rebaja «económica» (referida a la economía libidinal) sin mediación de mecanismo psíquico.

Pero si nos vamos al capítulo 9 de este mismo trabajo de Freud, «Inhibición, síntoma y angustia», Freud dice que una inhibición puede convertir en síntoma. Entonces ¿esto no conduce también a la idea de que el síntoma es una limitación del yo?

Repasemos un poco: el obsesivo el síntoma se transforma en unas satisfacciones que lo conducen a un yo excesivamente limitado, obligado a buscar satisfacción en sus síntomas (aislamiento obsesivo)

En cambio, en Dora, sujeto histérico, la desazón se presenta como un efecto en el yo, que por la exigencia que requiere su tarea, su interés por el mundo resulta depuesto.

FUENTE: EXTENSION 5. CÁTEDRA D EPSICOPATOLOGÍA. UNLP, ED. DE LA CAMPANA, LA PLATA, ARGENTINA.