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Un afecto inadecuado

Publicado por Betina Ganim

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He dicho el post anterior que dejemos la cuestión del concepto de «depresión» para hoy. La depresión como un afecto-efecto podemos decir. La pregunta en relación a Sigmund Freud, es ¿por qué él no le confiere un estatuto igual que a los otros afectos?

Para Freud el afecto es siempre inadecuado. Y si es inadecuado no es en relación a una medida jasperiana de comprensibilidad, o en términos de una cierta adecuación entre el hecho, el acontecimiento y el afecto concomitante. No se trata de esa «inadecuación», sino más bien que si Freud sostiene que la depresión es una fecho inadecuado, lo es en términos del desplazamiento que ha tenido lugar a partir de la represión e una idea asociada a él.

Freud, en su Metapsicología, da claramente la diferencia que existe entre el destino del representante de la pulsión, y el afecto que lo acompaña. Allí es que determina que solo el representante de la pulsión cae bajo la represión, mientras que el afecto se desplaza hacia una nueva representación que lo aloje.

Es por eso que Freud dice que esto tiene un carácter «engañoso», orientándonos entonces a recorrer el camino de tal metonimia significante, para así llegar a lo reprimido, el lugar de «la verdad», dirá Freud. El sostiene que existen representaciones inconscientes, pero no hay afectos inconscientes.

Lacan, siguiendo los pasos freudianos, exhorta a los analistas a verificar el afecto, en tanto sostiene que el sentimiento, miente. El sentimiento que intenta fundar su verdad en el hecho de que «se siente en el cuerpo». Pero ¿el cuerpo es un dato primero?

En la clínica de la psicosis es donde constatamos la mortificación que retorna en lo real de un cuerpo no mortificado por el lenguaje. para constituirse como tal, el cuerpo deberá ser transitado por el significante; operación por la cual, y desde entonces, el cuerpo estará «afectado»; afectado en relación al Otro.

Es desde aquí que se cuestiona la «vivencia depresiva». Al no haber, para Freud, mecanismo psíquico mediante, la depresión resulta excluida de los demás afectos. No convoca al inconsciente; no es efecto de un desplazamiento significante, simbólico. Y es en este sentido doblemente engañoso, ya que anuncia una verdad que no encubre. En cambio, de lo que habla, es de la verdad de la estructura.

Lacan va a reubicar la depresión en un registro ya no clínico sino ético, donde la pérdida en cuestión remite a la estructura misma del lenguaje, en el momento d ella constitución subjetiva, por acción del significante sobre el goce.

Esa falta de goce que el significante introduce, es causa de una exigencia de goce, por parte del Superyó, que paradójicamente equivale a una interdicción: gozar es imposible, sin embargo, reza el superó: Goza!

La revuelta del sujeto ante la imposibilidad de decirlo todo, lo llevará a instituirse como «culpable». Es la culpabilidad la que le permitirá sostener la idea de que es posible decirlo todo…

El sujeto se declara cobarde, y es allí donde la depresión caracterizada por la impotencia a nivel de la acción: fatiga, cansancio, desgano, etc, aparece como el efecto que domina el cuadro.

Seguiremos la próxima vez aclarando este punto.

FUENTE: EXTENSIÓN 5. CÁTEDRA DE PSICOPATOLOGÍA. UNLP, LA PLATA. ED DE LA CAMPANA.