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La Dependencia y la Salud Mental

Publicado por Malena

Tiene una cruel consecuencia, la dependencia

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Ramiro se crió con sus abuelos Felisa y Justo. De niño fue un chico normal, travieso como todos y también muy consentido.

Su padre fue Roberto, taxista, que era el primer hijo de Felisa y Justo; y su madre, fue Clotilde, enferma mental con diagnóstico de esquizofrenia.

Tiene una hermana menor, de distinto padre que crió su madre, que actualmente está casada y tiene hijos.

Mary fue la segunda hija de los abuelos de Ramiro, soltera, Contadora Pública.

Cuando los conocí, Ramiro tenía ocho años y vivía con su padre, que estaba separado, en el departamento de sus abuelos.

Felisa y Justo habían tenido un almacén, en la época de oro de los almaceneros cuando todavía no existían los supermercados, pero ya estaban jubilados.

Habían logrado una buena posición económica y tenían algunos departamentos alquilados como renta.

Mary vivió en su propio departamento hasta que la despidieron de su empleo durante una de las crisis económicas que sufrió el país. Debido a esa circunstancia cayó en depresión y nunca volvió a conseguir otro trabajo.

En esa oportunidad, también se fue a vivir con sus padres y alquiló su departamento para obtener un ingreso.

De modo que en la casa de los abuelos vivieron mucho tiempo Mary, Roberto y Ramiro bajo la tutela de Felisa y Justo.

Felisa era una mujer dominante y sobreprotectora que vivía pendiente de ellos y Justo era una figura ausente.

Ramiro no pudo terminar la escuela secundaria y durante su adolescencia sufrió algunos episodios de convulsiones y ataques de violencia.

Estuvo internado en un hospital psiquiátrico y tuvo que ser medicado porque llegó a atacar a su abuela con un cuchillo.

Justo falleció cuando Ramiro tenía alrededor de quince años, antes de que su nieto experimentara los primeros síntomas de su enfermedad mental.

El padre de Ramiro era jugador y para pagar sus deudas de juego llegó a vender dos taxis que le había comprado su madre, hasta que finalmente continuó trabajando como peón.

Pero a esta altura ya estaba enfermo. Murió al poco tiempo aquejado de un tumor cerebral aparecido repentinamente.

Mientras tanto, su hermana, también caía enferma, de cáncer de mama, falleciendo poco tiempo después.

Ramiro quedó solo con su abuela que ya era una persona de edad avanzada.

Maltrató a su abuela hasta el punto de dejarla encerrada, sin comer ni beber por varios días y llevándose la llave.

Los vecinos hicieron la denuncia y afortunadamente la internaron en un geriátrico donde vivió largo tiempo hasta su muerte.

Ramiro quedó solo en el departamento, le cortaron la luz, el gas y hasta el agua porque no dejaba pasar al plomero para hacer una reparación por una filtración.

Vivía en la indigencia hasta que las autoridades le adjudicaron su tutoría a un juez para administrar sus ingresos, pagar las cuentas y controlar su comportamiento por medio de un ayudante terapéutico que lo vigila de tanto en tanto, para poner algo de orden y limpiar el departamento, que permanece casi siempre en estado de abandono, sin luz ni gas.

Es evidente que Ramiro heredó el campo propicio para desarrollar la misma enfermedad que su madre, pero también es cierto que perteneció a una familia típicamente esquizofrenizante.

A pesar de todo, hoy en día tiene alrededor de 30 años y está bastante bien. Vive con un amigo que también es del Hospital Borda.

Aunque no estoy muy al tanto de sus circunstancias la última vez que lo encontré tenía buen aspecto.

Pertenece a un grupo terapéutico del Hospital Borda integrando el elenco de radio “La Colifata”, y si alguien le pregunta de qué trabaja, él dice que es periodista.

Yo lo he visto por televisión haciendo reportajes para la radio desde el Jardín Botánico de Buenos Aires.

Este caso es un buen indicador para pensar que el sistema de salud mental en Buenos Aires, con la gente joven, a veces funciona.

Por razones obvias he cambiado los nombres verdaderos de los protagonistas de esta historia.