La aceptación de los demás
Si lo pensamos crudamente perdemos mucho tiempo y energía a lo largo de nuestras vidas tratando de buscar la aceptación de los demás. Comenzamos con nuestros padres, después nuestros amigos del colegio y poco a poco lo fuimos extendiendo en mayor o menor medida al resto de la sociedad.
Nuestra forma de vestirnos, de peinarnos, de comportarnos en público, se encuentran modelados en gran medida y de forma lamentable por buscar la aceptación de los que nos rodean. No queremos decir que haya que romper todas las reglas y dejar de pensar en los demás cuando tenemos que comportarnos en público porque esos sería el otro extremo y los extremos no son buenos.
Se trata de buscar la forma de vivir sin tener que hacer nada pensando en el condicionamiento de si va a agradar a los demás o no.
Hay estudios antropológicos que dicen que esta búsqueda de la aprobación de los demás puede venir de muy atrás cuando en la prehistoria se dependía de la pertenencia a un grupo humano para la superviviencia. Una persona sola difícilmente podría sobrevivir en ese medio.
Hay otros estudios que han comprobado como la parte del cerebro que se activa cuando se recibe una recompensa es la que se pone en marcha cuando recibimos la aprobación de los demás de tal manera que vemos esto como una recompensa, como algo agradable. Realmente es agradable, no podemos negarlo, pero no puede ser el motor que mueve nuestra vida. Ese motor debemos de elegirlo nosotros y tiene que tener que ver exclusivamente con nuestros gustos, con lo que nosotros queremos verdaderamente.
Nuestro estado de ánimo y autoestima no puede depender exclusivamente de la aceptación que recibamos de los demás.
Además, tengamos en cuenta que si tomamos decisiones importantes en nuestra vida dependiendo exclusivamente de al aceptación y aprobación de los demás nos podremos encontrar de frente con un gran fracaso al que no podremos hacerle frente echándole la culpa a los demás. La culpa es exclusivamente nuestra por dejarnos llevar por el sentimiento de aprobación de los demás.
Pero vamos a analizar lo que sería la vida sin tener que buscar constantemente la aprobación de los demás.
Las personas que no andan buscando la aprobación de los demás son personas que saben que el camino a la felicidad les pertenece y dependen de sus propias decisiones las cuales deben de estar de acuerdo a algo muy personal y que no tenga nada que ser influenciadas por la aprobación de nadie.
La libertad a la hora de vivir la vida por parte de este tipo de personas que no dependen de la aprobación de los demás es mucho mayor. Las barreras de la sociedad que muchas personas se autoimponen nada tienen que hacer con este tipo de personas.
La energía que consume el buscar la aprobación de los demás queda reservada para estas personas y así poder realizar lo que realmente quieren.
No son personas dadas a las conjeturas y son capaces de ver lo que está pasando desde diferentes perspectivas.
Además, el buscar la aprobación de los demás no tan en el fondo es un síntoma de egoísmo mientras que las personas que no buscan este tipo de aprobación saben que no son el centro de todo y que todo puede seguir funcionando perfectamente sin su aportación.