La Inspiración y la Creatividad
La inspiración se logra con la entrega absoluta, cuando la mente se conecta al todo.
Una página en blanco es el estímulo que necesita un escritor para incentivar su imaginación. La inmaculada tela en su caballete estimula a un pintor. Un trozo de mármol motiva al escultor a extraer su forma. Un compositor escucha en su mente una sinfonía completa y la puede expresar a través de un instrumento.
Miguel Ángel decía que en la piedra en bruto podía ver la forma y que él sólo tenía que descubrirla.
Julio Cortázar, notable escritor argentino, reconocía el poder del inconsciente colectivo, concepto de Carl Gustav Jung, que le ofrecía imágenes ancestrales remotas cuando se concentraba.
Desde muy joven, escribía tan bien, que sus padres sospechaban que plagiaba textos que leía, porque no creían que él solo fuera capaz de hacerlo, y esa actitud opacó su percepción de la vida.
Los críticos y sus lectores lo incluyeron dentro de la lista de escritores que escribieron literatura fantástica; pero él no pensaba lo mismo.
Decía que él podía ver el otro lado de las cosas que los demás consideran fantástico, pero que es tan real como lo cotidiano.
No se sentaba a escribir metódicamente de nueve a cinco, como acostumbran a hacerlo los escritores modernos de éxito, sino que podía inspirarse en un colectivo, mientras viajaba incómodo a su casa en Banfield después del trabajo, o mientras saboreaba un café en cualquier boliche de Buenos Aires.
Iba captando las ideas de a poco y las anotaba en una libreta o papel cualquiera y luego, cuando sentía la necesidad de expresarla, iba a su casa y se ponía a trabajar olvidándose de comer y dormir y perdiendo la noción del tiempo.
La mente no transpira ni necesita horas para captar la información, sólo hay que aprovechar el momento de la conexión, porque la inspiración no pertenece al espacio ni al tiempo.
La experiencia diaria, lo que percibimos que nos conmueve, es un disparador de ideas y la concentración abre el camino de la inspiración.
Sin embargo, la creencia en que la inspiración requiere transpiración, hace que muchas personas muy inteligentes, capaces de desarrollar su creatividad, se convenzan que es mucho mejor contentarse con la mediocridad o que es más seguro copiar.
Los medios de comunicación, el arte, la literatura y toda expresión humana capaz de ser difundida, están llenos de hábiles imitadores que siguen el patrón de los únicos que se atrevieron a ser creativos.
No se trata de ser idealista ni de negarse a ser práctico, sino de la necesidad darse la oportunidad de dar a luz un producto nuevo.
Cortázar vivió gran parte de su vida sufriendo privaciones, sin embargo viajó mucho y pudo satisfacer muchas de sus necesidades espirituales casi siempre con muy poco dinero.
Tuvo una infancia triste, su padre abandonó a la familia cuando él tenía seis años y a partir de ese momento, su madre siguió adelante manteniéndolo con dificultades a él y a su hermana.
No pudo ir a la Universidad de Filosofía y Letras como hubiera querido, porque tuvo que trabajar y le resultaba imposible seguir estudiando; pero se recibió de maestro; y como iba a una escuela normal, obtuvo posteriormente el título de profesor de colegios secundarios.
Enseñaba Instrucción Cívica, nada que él hubiera deseado, pero que le permitía escribir porque era una ocupación de pocas horas.
Quemaba los trabajos que consideraba que no expresaban con exactitud lo que quería decir, porque según él hay una sola forma de decir lo que cada uno tiene que decir; y eso es precisamente lo que determina el estilo propio.