El deseo como metáfora
El deseo en psicoanálisis es una «marca registrada», podemos decir. Claro que hay que tener claro que el deseo no es la tendencia. la tendencia tiene que ver con el campo animal si se quiere, sería un sentido imaginario del término.
El deseo de Freud es un deseo que se articula al lenguaje, sin dudas. Y el análisis se dirige al deseo inconsciente. El inconsciente no se resiste, no se defiende.
Freud buscaba el deseo en el lenguaje: en el relato de los sueños, en los lapsus, los chistes, los actos fallidos, los olvidos…¿qué duda cabe de ésto? No tenemos otra manera de articular el deseo si no es por el lenguaje.
Lacan en todo caso defiende este causa freudiana, imprimiéndole la lógica del significante (si hablamos de un «primer Lacan», los primeros 10 años de su enseñanza)
Como primer paso tenemos que Freud, en su «Interpretación de los sueños» estudiaba el deseo en relación al sueño; en el campo de la realización del deseo.
Con la tríada que instaura Lacan: necesidad-demanda-deseo, tenemos que el deseo se articula en el lenguaje, pero es inarticulable. En esta lógica la estructura tiene un casillero que tiene una falta, y es esto lo que permitirá la combinatoria significante, su articulación que permitirá un recorrido posible. Desde este punto de vista, ese recorrido es interminable, infinito…
Si Freud dice que el deseo es indestructible, hay una incompatibilidad del deseo con la palabra. El deseo no se puede captar, pero se puede articular.
Tenemos que valorar lo que permite esa falta en la estructura: el deseo siempre se le escapa. No hay otro modo de articular una falta que no sea en el lenguaje.
De esto hablamos cuando decimos «el primer Lacan»: la sobredeterminación de lo simbólico por sobre lo imaginario.
Lacan introduce la cuestión del Otro, del registro simbólico. De esta manera estudiamos el deseo en el lugar del Otro (inconsciente), y en una estructura de lenguaje. No nos ocupamos del yo -al menos no de «engordarlo» o «reforzarlo» para adaptarlo- sino que la apuesta es al sujeto del inconsciente. Diferencia primera, básica, fundamental entre yo y sujeto... No quiere decir que el Yo no exista, de hecho en la clínica es desde donde alguien se presenta. Pero con la política de la falta sosteniendo la táctica y la estrategia en la cura, el Yo no es horizonte para el psicoanálisis lacaniano.
El sujeto deseante es el sujeto del inconsciente, que siempre introduce (por su estructura) un ¿qué más? En esta lógica, el objeto de deseo es faltante. Esta es la estructura de la Represión primaria: hay un significante que no está.
Lacan habla de deseo de deseo; es decir, el objeto del deseo es otro deseo…eso es lo metonímico del deseo…
Ahora bien, tenemos luego en Lacan la noción del significante como el que representa el deseo, y en este punto es metáfora: significantes que representan un deseo inconsciente. En el escrito «La dirección de la cura y los principios de su poder» Lacan hace un análisis bastante exhaustivo del caso de la Bella Carnicera para dar cuenta de esta metáfora del deseo inconsciente que es el «caviar». Pero bueno, los remito al texto en este punto para que hagan sus verificaciones.
FUENTE: «La dirección dela cura», Seminario Cita 2003