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Estadio del Espejo y Edipo

Publicado por Betina Ganim

amor y pulsion

Bien, continuando con los posts anteriores en referencia a la Conferencia de S. Larriera sobre Narcisismo y Psicosis, seguimos.

Consideremos que todos los fenómenos a los que nos referimos en el Estadio del Espejo son fenómenos de orden imaginario, en el sentido de que están sostenidos en que se dé -a través de esa experiencia visual- una integración de formas.

De esta manera va a dar cuenta de cómo se integra eso que sucedió en el Estadio del Espejo, en relación a ese triángulo simbólico M,N y P. En tanto funciones significantes es una primera aproximación a lo que Lacan llamará orden simbólico.

Para Lacan hay tres dimensiones que habita un hablante: Imaginario, Simbólico y Real. Esto en un Lacan tardío tendrá forma de nudo. Pero 30 años antes, a esta altura de su enseñanza, lo articulamos así: como triángulo simbólico.

Pero la relación de los personajes reales que encarnan estos términos, ordenan su relación en un eje imaginario, ya que ese infans no tiene cómo articularse al discurso ni dispone de la palara. Por eso decimos que esas relaciones transcurren en un orden imaginario.De modo que hay otro triángulo.

Tenemos el término M en una doble vertiente: es símbolo, es significante porque no está totalmente pegada a lo real (que a esta altura lo tomamos como la realidad) sino que se establece ya con esa M una instancia significante en términos de presencia-ausencia. Ya se establece una diferencia, en el sentido de que la madre presente puede atender ciertas necesidades, pero cuando esas necesidades no encuentran de esa atención, se experimenta un fenómeno de ausencia. Esta articulación presencia-ausencia ya es un funcionamiento significante.

Significante, en términos muy “primitivos” -dice Larriera- es el mero hecho de que yo nombro la cosa, y en lo que yo nombro no está la cosa, sin embargo yo puedo operar sobre esa cosa a partir de la palabra. Hay algo de la cosa que está caída. Por eso, nos recuerda Larriera, en su primer seminario, Lacan repartió elefantes en su auditorio (verán que en la portada de la publicación del Seminario I hay un elefante). De ese modo, Lacan quería decir que la palabra “elefante” podía traer un elefante al seminario, gracias a la palabra elefante; podían hacer circular al elefante en el seminario, sin que éste, como cosa, esté presente.

En otro términos, la palabra es la muerte de la cosa. La cosa ya no está y yo puedo operar sobre ella con palabras. Esa es la diferencia entre lo simbólico y lo real en ese momento de la enseñanza de Jacques Lacan.

Volviendo al esquema, esa relación de la madre con el niño es simbólica, en tanto ese niño es un niño deseado, ideal, es la relación con un Ideal del Yo, de la Madre, el Niño y el Padre . Pero decíamos que esto también tiene una dimensión carnal, real de esa madre con ese hijo. Entonces, en esta relación ( en línea de puntos en el esquema) tiene que ir esbozándose, ir construyéndose el yo, que es esa Urbildt del Estadio del Espejo. Ese yo, como base, núcleo de la identidad de ese sujeto, a través de un proceso complejo, le va a permitir constituirse a ese sujeto, en un discurso. Ese sujeto gramatical me permite articularme en un discurso. Eso se va dando en la relación con la madre.

Seguiré el próximo post desarrollando este tema.