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El espejo, para el Psicoanálisis.

Publicado por Lic. Maria V.

El Espejo es reconocido en la conceptualización psicoanalítica, como parte de una elaboración Lacaniana respecto del momento de transición descrito por Freud, desde el Autoerotismo hacia la construcción del Narcisismo.

Freud considera a este pasaje como resultante de un Nuevo Acto Psíquico. Acto en verdad complejo que implica la síntesis de las pulsiones parciales y de la satisfacción pulsional autoerótica del estadio previo, y una organización pulsional del sujeto que posibilita el reconocimiento de uno como ser unificado y la construcción del Yo, pasando a ser ahora objeto de amor.

El nombre Narcisismo, se le adjudica en relación a Narciso, personaje de la mitología griega, bello y arrogante que rechazaba a todos los que le demostraban su amor. Némesis, a modo de castigo por su arrogancia, lo condena a enamorarse de su propio reflejo en el agua.

Este acto, de reflejo de la imagen propia, fue utilizado como analogía del proceso de reconocimiento del propio cuerpo y de la mismidad de los niños pequeños.

Asi, descripto por Lacan como el Estadio del Espejo, se hace referencia al momento en que el niño o niña, experimenta satisfacción, en el mejor de los casos, al verse reflejado en el espejo, siendo sostenido/a por la persona de su confianza.

Este acto, que por supuesto representa un continuo y no un acto aislado, implica un reconocimiento del niño/a de su propia imagen avalado o posibilitado solamente por la figura de sostén, que opera como garantía.

Esa persona adulta que sostiene es el que marca “ese sos vos”, y brinda la seguridad y contexto adecuados para que el/la niño/a pueda llevar a cabo este nuevo acto.

El espejo, como noción, ocupa entonces desde aquí una especial función. Y así como permite este tipo de procesos, también puede ser objeto de conflictos.

El reflejo de uno mismo no es sencillo de sostener, ese es el motivo por el cual la función del adulto es tan importante en lo descripto anteriormente. Es muy fácil desconocerse en el espejo.

Con los cambios de la pubertad, por ejemplo, el espejo nuevamente se presenta como importante. El cuerpo ha cambiado y la niña o niño, está dejando de serlo. Por este motivo, mirarse al espejo puede ser motivo del horror de no reconocerse.

En los Trastornos de alimentación, también el espejo ocupa un lugar central, posibilitando el engaño, la distorsión de la imagen corporal termina devolviéndole a quien se observa una imagen que no concuerda con el esquema corporal real,  dificultando la aceptación y exigiéndole más renuncia.

El espejo, a su vez, es usado en muchos casos al modo de Narciso, en personas que poseen características Narcisísticas muy fuertes. En estos casos, mirarse en el espejo, es un acto que sostiene ese amor por uno mismo, incluso a veces exageradamente.

Siendo difícil en estos casos el miramiento o la preocupación por el otro, ya que toda la energía está orientada hacia uno mismo. El exceso en las preocupaciones estéticas, por ejemplo, en personas que dedican gran parte de su tiempo en estas actividades, dejando de lado todo lo demás.

Hoy por hoy las redes sociales son un poco el espejo de Narciso. Son un canal que pretende expresar cómo las personas se ven y más bien, cómo pretenden que se las vea.

La función del mirar, del ser visto, tiene en este punto, especial importancia. El espejo, representa la Imagen, se trata del «Ver y que me Miren”.

Esto que Lacan considera como parte de Lo Imaginario. La construcción de imágenes que sirve en parte para distraer, para convencer, o para atraer;  análogo a los bailes e imágenes producidas por los animales para lograr algún efecto en otros.

Esta multiplicidad de imágenes, distrae en realidad de lo realmente importante. De Lo Simbólico, de la palabra, del discurso donde, dado que el Inconciente está estructurado como un lenguaje,  puede hallarse la Verdad.