Baltimore
Los psicoanalistas de orientación lacaniana tuvimos siempre la enseñanza de que el pscoanálisis y su inserción depende de la particularidad del lugar en el que se inscribe. Del lugar físico.
Sabemos que en Latinoamérica, y en Argentina en particular los psicoanalistas brotan como «yuyos».
Y que los argentinos -más allá de las profesiones, oficios, hobbies, grupos de pertenencia, o tribu urbana a la que pertenzcan -los argentinos se analizan.
Incluso ir al analista una vez por semana es otra de las actividades semanales de los argentinos.
Claro está que este fenómeno se percibe más en las grandes ciudades, en las ciudades universitarias; es decir, allí donde la inscripción del psicoanálisis tiene que ver con los analistas que viven y trabajan allí.
El psicoanálisis hace mucho tiempo que dejó de ser una práctica de consultorio; los analistas salen de la soledad de sus consultas, no solo para unirse a otros analistas en instituciones específicas, sino que salen a la ciudad.
A la vez, se convoca desde los lugares de reunión de analistas, donde trabajamos y estudiamos, a otros personajes que forman parte de la cultura de cada ciudad.
Y en pequeñas ciudades de provincias incluso alejadas de la Capital, el psicoanálisis tiene una impronta que en mi condición de residente española, no he visto en otro lugar aún.
Muchos han estudiado esta particularidad argentina en su relación al psicoanálisis. No me meteré a ensayar respecto de esto precisamente.
Lo que me interesa introducir hoy es lo que Lacan propone en Baltimore: «El inconsciente es Baltimore al amanecer».
Lacan dice esta frase ante un público, en Baltimore, colmado de prejuicios sobre las ideas francesas, el estructuralismo, la lingüística, etc. -elementos que Lacan toma en su enseñanza.
Y para justamente que el público pueda separarse de esos prejuicios, Lacan dice que «el inconsciente es Baltmore al amanecer», en el mismo movimiento que intenta ligar al inconsciente con el lugar en el que está hablando. A la vez, se hace referencia a una cuetsión temporal, el amanecer.
Esta metáfora que utiliza Lacan proviene del legado freudiano que tenemos desde «La interpretación de los sueños» hasta «El malestar en la cultura». Freud siempre comparó el inconsciente con ciudades.
Si Lacan se inscribe en esta perspectiva es para solo desplazarla a una ciudad: Baltimore.
Y el tiempo al que se refiere no es el tiempo de la arqueología, sino que se trata del tiempo lógico el inconsciente. Si el discurso de la arqueología implica un tiempo estratificado, el estructuralismo desde donde Lacan aborda la cuestión, implica una estratificación lógica.
A propósito de la imagen que acompaña este post, y del lugar donde vivo, me pregunto, me cuestiono y trabajo en ello: ¿desde dónde se podría abordar la cuestión del inconsciente para transmitirla en la ciudad de Palma de Mallorca? Que es capital de una Isla y de las Baleares en general.
¿Cómo introducir el inconsciente en una isla? Es una buena pregunta para quienes como analistas, pretendemos inscribir nuestra práctica.
¿Cómo hacer entrar el caballo en el picadero?
Esa es y será la apuesta de quienes -con ese deseo inédito que se llama deseo del analista- apostamos a la singularidad de cada sujeto que sufre y que viene consultarnos buscando «consejos».
Hay que recibir esa demanda, y transformarla, analíticamente, para que de esa demanda surja un deseo particular de saber sobre su padecimiento.