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Canalla, perverso, y delincuente

Publicado por Betina Ganim

por quien y para quien

Hoy hablaré de la perversión, del estatuto de la perversión en psicoanálisis, que difiere en su definición, del campo psiquiátrico, legal o conductual.

Empecemos diferenciando al canalla, del delincuente y del psicópata:

El canalla es el que se coloca como siendo el Otro del Otro, esa posición que Lacan llamaba la del «Señor Todo el Mundo», en el sentido de que se instituye como la única versión posible de la realidad, de modo de borrar los rastros de que es una versión, y se presenta él mismo como siendo la misma realidad. No decimos que el canalla transgrede la ley, porque más bien, la es: el canalla es la ley. En política es donde tenemos la mayoría de los exponentes, o los que están más expuestos a la opinión pública…porque los hay en todos lados. Los políticos que toman su cargo como pretexto para gozar.

El delincuente es el que respecto a la ley de una cultura particular, está en transgresión. Pero su «fuera de ley» está reglado por normas que impone el grupo por el que se mueve. Podemos poner el ejemplo del acosa ostra, las regla propias de la mafia, la mafia del football o la de oro, la que sea… También se puede ver que estas normas no lo protegen lo suficiente, ya que a veces buscan todo el tiempo la sanción.

El psicópata es la figura bajo la cual se ha subsumido en la psiquiatría los delincuentes y perversos. Ls dos rasgos que caracterizan al psicópata son la impulsividad y la antisociabilidad. Es la bolsa done ella psiquiatría hizo trayecto del manicomio a la prisión, pero en donde su defunción lo moral viene a dar sentido a la ausencia de culpa neurótica.

Si vamos a Freud, él mismo plantea, respecto de las histéricas, que el personaje que ejerce sobre ellas la seducción traumática es el padre perverso. La referencia psicopatológica es que la histérica de una generación le antecedió el perverso de la anterior.

En sus Tres Ensayos, Freud retoma el catálogo psiquiátrico de la perversión que parte de la desviación para dirigirse hacia la perturbadora conclusión de que la pulsión sexual no tiene objeto determinado. Así, la perversión constituye una diferencia de grado -no cualitativa- con la llamada normalidad.

En el historial clínico que conocemos como el Caso Dora, Freud dice que la histeria es el negativo de la perversión, algo que estará a lo largo de su obra.

El acto perverso se incluye y subordina al acto sexual normal. La perversión constituye una fijación infantil que frena el camino hacia el desarrollo normal de la sexualidad.

Por otro lado, la perversión refleja, de manera deformada, la vida sexual de los hombres. Este es un planteo que Freud hace en «Pegan a un niño». La perversión subsiste como resto del Edipo, como un residuo edípico (Los remito a este texto freudiano)

En el caso de «La joven homosexual», ya en el giro de los años «20, Freud da algunas precisiones sobre ciertas limitaciones del psicoanálisis en relación al tratamiento de los homosexuales; tema que retomaré el siguiente post.

FUENTE: ZANGHELLINI, J. «Vicisitudes del objeto» Ed. Campana